
Yo perdí la cuenta de las veces que he visto Casablanca, y siempre pienso que en un último minuto puede pasar que Lazlo se vaya solo, o que Rick se deje de heroísmos y se monte en el avión y se vaya con su amada, en fin, algo así como que un espíritu fantástico se haya metido en el film y le haya cambiado el rumbo a la historia. ¿Quién quita?
La gran mayoría de las mujeres apostamos a que sea el verdadero amor quien gane la partida, y no necesariamente la razón o el sentido del deber, y este final es un cable a tierra que nos sacude las bases, pálido frente a lo que debe haber sentido la audiencia femenina de la época, acostumbrada a que el final fuera siempre feliz.
Si la secuencia final de Casablanca hubiera estado en manos femeninas, seguro el final se parecería mucho más al que lamentamos tanto que no haya sido.
Pero no se trata apenas del hilito de esperanza del final de Casablanca.

Otra vez la posibilidad de que se haya metido un duende, en este caso de los malos, me acelera la adrenalina en momentos como en el que Tom Cruise se mete en aquel cuarto lleno de luces rojas y empieza a correrle por la frente la fulana gota de sudor que, a todos el que la vio le hizo contener la respiración. ¡Es siempre un alivio verlo salir con vida!
Yo no recuerdo la trama, ni por qué fue a parar en un cuarto lleno de luces infra rojas, pero el suspenso del maestro de Brian de Palma es inolvidable.
Ahora, donde sí que no hay nada que valga es la de los finales de puntos suspensivos.

Cuatro horas de película, en mi época había hasta intermedio, y después de haber sufrido lo indecible, nos quedamos como Scarlett O’Hara, con el pañuelo en la mano y llorando como condenados al cadalso, ante el temor de que esta vez a Rhett Butler se lo lleve el mismo viento que se llevó al mundo de los algodoneros del sur.
Sufrimos el doble sólo de pensar que Scarlett ha pasado la película entera enamorada de ese pelirrojo tan sin gracia. “Es que hay gente que se busca su desgracia”, hubiera dicho mi abuela.
Pero no se puede perder la esperanza de un todo. Como dice Scarlett O’Hara en aquel final maravilloso de Lo que el viento se llevó, “después de todo, mañana es otro día” …
Para ella y para los que guardamos la secreta esperanza de que por algún lado se cuele un desconocido que le cambie el rumbo a las historias del cine.
¿No dizque el cine diz es mágico, pues?

Fue Directora Ejecutiva de la Fundación Andrés Mata de El Universal de Caracas, y Gerente del Centro de Documentación de TV Cultura de São Paulo. Es autora de varios libros y crónicas.
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