Aprendí una nueva palabra: Yarak…
Es un término persa que significa el supremo estado de alerta (supreme readiness), de un halcón, hambriento mas no débil, cuando se prepara para cazar.
Más que una palabra, me pareció un precioso instante poético que se quedó resonando en mí. Yarak…
Es un momento donde cada músculo, cada nervio, todos los sentidos, se concentran en una sola intención.
Un instante de infinita energía que se transformará en sustento, satisfacción, placer. Yarak…
Desde mi ventana veo pasar las águilas en su soberbio vuelo.
A veces, se quedan suspendidas como un helicóptero, y de repente… Yarak… se lanzan en picada al río.
A veces salen con una trucha, otras, con un pichón de patito o gaviota o ganso (eso me parte el corazón, pero es el equilibrio de la naturaleza)
En fin, la palabra Yarak me pareció fascinante y me puso a pensar en analogías, no de los halcones o águilas sino de la vida cotidiana de los humanos.
Y esto fue lo que pensé:
El momento en que un escultor da el primer golpe de cincel. Yarak…
Cuando el poeta mancha de tinta la página en blanco. Yarak…
Cuando el pintor sucumbe ante el color y se lanza al vacío del lienzo. Yarak…
Cuando los amantes se miran y se reconocen, parafraseando a Octavio Paz. Yarak…
Cuando se acepta el misterio de la muerte sólo para renacer con más fuerza. Yarak…
Cuando en la adversidad se opta por la esperanza.
Yarak… Yarak… Yarak…