Las carteras son como nosotras. En la escuela, mi madre, que me veía desordenada y distraída, metió en mi cartera, que era una especie de baúl de paja donde cabía una inmensidad de cuadernos, libros y lápices, un reloj despertador de esos redondos con minutero, segundero y una alarma ruidosísima para que no me olvidara de mis deberes escolares. Cómo será el trauma que no me acuerdo aún hoy de nada de lo que tenía que hacer en esas horas. Una inmensa niebla las cubre.
Luego de pelearme en la adolescencia con unos bolsos horrendos de cuero y algún bulto pesadísimo, heredados de alguna prima, salté a la universidad y a las carteras de cuero mini, luego a otras más grandes para mí elegantísimas, hasta caer en las de innumerables colores, formas y bolsillos que han sido las que de verdad me han gustado siempre. Bueno, eso y los morrales también de colores, mientras mas anaranjados, rojos o azul eléctrico mejor, porque así se distrae la gente. Algo así como: “ ¿ A ésta, qué le pasa? Y se les olvida lo que te iban a decir.
En fin, es posible que las carteras, los bolsos y los morrales, como toda la indumentaria, sean un reflejo de nuestro verdadero yo, y así tenemos a mujeres que adoran el rosado barbie y el brillo del satén hasta en el monedero, otras que no sueltan el dorado imperio, las que se desviven por el rojo y las dark, que llevan el negro como algo muy íntimo y revelador.
En fin, que si usted quiere saber los secretos de alguien, revísele la cartera, o si no pued,e échele un ojito en un descuido, que descubrirá sus secretos más íntimos, igual que en las telenovelas.
Desde la prehistoria hay carteras. Ötzi, llamado “el hombre de hielo” a quien encontraron perfectamente preservado desde hace 5300 años en una montaña alpina, llevaba su cartera, una bolsa cilíndrica de corteza de abedul colgada de su cinturón . Contenía un raspador, un perforador y unas lascas de piedra para afilar cuchillos y flechas. A través de lo que llevaba en ese bolso, los arqueólogos han descrito completamente la vida y milagros de Ötzi, que logró sobrevivir a 3210 metros de altitud hasta que alguien lo mató de un flechazo.
Así pasará cuando nos encuentren a nosotras con nuestras carteras llenas de perfumes, pinturas de labios , celulares , pastillas, dulces, monedas, billetes, audífonos, billetes de metro y memorias USB.