La mujer miró al hombre detenidamente. Su cuerpo derramado en el sofá, desaliñado, con el control remoto en la mano y sus ojos fijos en la pantalla del televisor.
“Si alguna vez dejo de amarte, es porque morí”, él había dicho un día, pomposamente, mirándola a sus ojos, cuando todavía era su príncipe azul. ¿Cuántos años habrían pasado? Tantos, tantos. No sabía por qué recordaba eso ahora, pero la frase resonaba en su cabeza. “Si alguna vez dejo de amarte, es porque morí”. Volvió a mirarlo, casi compadecida, pero no pudo resistir al masoquismo de la prueba. Sentándose a su lado abrió el baile, con una voz dulce:
– ¿Cuál es mi color favorito?
– ¿Qué? – ni siquiera la sorpresa de la pregunta le hizo apartar su mirada de la pantalla.
– Mi color favorito. Te pregunté cual es.
– Hmm… ¿verde?
– No. Azul. ¿Y mi plato favorito?
– Ah, déjate de eso. No lo sé.
– ¿Qué perfume uso? continuó sin piedad.
– Pero ¿qué quieres con estas preguntas idiotas? – él estaba empezando a impacientarse.
– Nada especial. ¿Sabes cuál es el perfume, o no?
– No me acuerdo.
“Y cual es…” la pregunta fue cortada a la mitad con su grito.
– Pero ¿me dejas en paz con este interrogatorio estúpido? Di que es lo que quieres, de una vez por todas. ¿Es dinero?
– No es necesario, terminé. Ya no te molesto más. Y no, no quiero dinero. Sólo quería la confirmación de una sospecha.
– ¿Cual sospecha?
– Que hace muchos años que vivo con un muerto.
Ana Vidal (Lisboa,1957) estudió Comunicación, Marketing y Publicidad y se ha desempeñado como periodista, copywriter, cronista, letrista y otros istas, porque una mujer no cabe en una sola piel. Juega con palabras desde que se conoce, por gusto, impulso e necesidad de equilibrio. Apasionada por el universo de la lusofonía, sus otras pasiones son el mar, los viajes, la música y la cocina. Es miembro de la Sociedad Portuguesa de Autores y del Pen Club Portugués. Tiene libros publicados y otros cocinándose. Vive en Sintra, pero podría vivir en cualquier otra parte del mundo.