Tanto Lincoln como Kennedy se vieron enfrentados a grandes disensiones internas. Lincoln por su inflexible posición con respecto a la eliminación de la esclavitud de los negros, y Kennedy por su tenaz lucha por los derechos civiles y la eliminación de la segregación racial.
La oposición a estos dos presidentes se hizo en muchos casos muy virulenta, pero ninguno de los dos estadistas quiso dar marcha atrás en sus creencias. Aunque la muerte de ambos fue universalmente llorada, en ambos casos hubo personas en los Estados Unidos que se alegraron al saber la noticia del asesinato.