Gente que Cuenta

Acoso II, por Getulio Bastardo

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William Merritt Chase,
Voy a ver a la abuela, 1889

Otro de los giros del acoso o maltrato familiar es la “sobre protección”, y digo acoso porque hacen sufrir, no al niño precisamente sino al adulto. Al criar niños con muchos cuidados o excesiva protección, estos resultan adultos temerosos e incapaces de enfrentar por sí solos las exigencias de la vida diaria.

Al niño sobre protegido no se le permite el accionar de niño, no se le deja ser niño; sus padres siempre están allí́ para resolver sus dificultades; y no solo están allí́ para solucionar sus problemas actuales, sino que se anticipan al “peligro”, y quieren resolverles el futuro de una vez. Ese es un niño que no va desarrollar las herramientas básicas para transitar la vida de adulto, ni siquiera biológicamente, porque, es tanto el cuidado, que no desarrollan anticuerpos para defenderse de microbios.

Son hombres o mujeres que a los 20, 30 y hasta 40 años van al médico acompañados de su madre y ésta es la que expresa los síntomas del hijo.

Al principio son niños enfermizos y débiles físicamente, más tarde son tímidos, callados, aislados, poco sociables, temerosos y con baja autoestima.
Son los adultos que no saben montar bicicleta, ni iniciar una conversación con desconocidos y en muchos casos con conocidos.

Es tal la inseguridad que en clase se callan ante la pregunta del profesor aun sabiendo la respuesta.
Por supuesto que tienen temor de hablar en público y más de preguntar al profesor.
La timidez los lleva a retrasar el proceso de socialización en la niñez y la juventud y entorpecer el proceso de enamoramiento y noviazgo.

Al no tener ninguna clase de dificultades durante su niñez, y tener todo al alcance de la mano o de un sollozo o grito, no conocen de necesidades o de frustraciones, de tal manera que no alcanzan herramientas o mecanismos para manejarlas y así́ cualquier desencanto o pérdida, por pequeña que sea, los abruma, los abate. Se deprimen fácilmente.
Conozco el caso de un niño que nació y se crió a orillas del mar y no aprendió́ a nadar porque no se le permitía bañarse en la playa.

Las abuelas son las que más sobre protegen, de allí́ el caso de un par de gemelos que no le gustaba quedarse en casa de su abuela porque allí́ “todo es peligroso”.

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Getulio Bastardo
Médico psiquiatra clínico, profesor universitario jubilado en Venezuela y activo en Perú, casado, con seis hijos y seis nietos. Soy un viejo feliz
getuliobastardo@yahoo.com.mx

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