Gente que Cuenta

Al árbol debemos, por Victorino Muñoz

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Gustav Klimt,
Árboles frutales, 1901

Así como hay fanáticos de las peleas callejeras estilo ultimate fighting o de los deportes a motor, yo soy fanático de los árboles y de las plantas en general. No, no me la paso abrazándolos en los parques ni nada por el estilo. Ni siquiera tengo propiamente un jardín en casa. Solo unas pocas macetas.

Sin embargo, las plantas me causan gran curiosidad e interés. Las miro y las admiro. Esa impresión de fuerza poderosa que transmiten los grandes árboles me estremece. Las pequeñas y delicadas florecillas silvestres me enternecen. Verde que te quiero verde, como dijo el poeta. Donde hay verdor allí estoy siempre, respirando.

También admiro su inteligencia. No, no estoy loco. Me parecen unos seres muy inteligentes, sorprendentes. Yo de verdad que no entiendo cómo es que una planta que no tiene cerebro puede hacer todas esas cosas. Si no tiene ojos, cómo sabe de qué color tiene que ser la flor que deleita la mirada. Si no tiene nariz, cómo sabe qué olor atrae a los insectos. Si no tiene boca, cómo acierta con el sabor que agrada a nuestro paladar. Es un misterio que aún nadie ha podido explicar.

Y por sobre todo respeto a las plantas. Nunca he cortado un árbol ni creo que lo haga. De hecho, detrás de mi casa hay una siguaraya que amenaza con tumbar una pared. De paso, me llena el patio y el techo de hojas. El vecino de al lado, al subir a revisar su azotea y verme barrer y recoger las hojas, me dice que si no me molesta tener que hacer eso, ya que la planta no está en mi casa. Que mejor hable con el otro vecino de la casa de atrás, para que tumben de una buena vez esa mata.

Yo le respondo que no, no me molesta, tomando en cuenta que me hace sombra en una buena parte de la casa. De hecho, la cocina es uno de los lugares más frescos, gracias a dicho árbol. “Además, ya yo respiré todo el oxígeno que produjo. Lo menos que puedo es recogerle las hojas”, le aclaro. El vecino me mira como pensando que soy idiota y se va. Y es que con los locos, los necios y los fanáticos de las plantas, no hay quien pueda.

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Victorino Muñoz
valenciano, autor de Olímpicos e integrados, ganador del Concurso de Narrativa Salvador Garmendia del año 2012 y Página Roja, publicado en la colección Orlando Araujo en el año 2017.
rvictorino27@hotmail.com
Twitter:@soyvictorinox
Foto Geczain Tovar

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