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Miguelito Itriago: el muchacho de La Pastora que casi alcanzó el estrellato – Alejandro Moreno

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Miguel Itriago se codeaba con José Luis Rodríguez, Alfredo Sadel y Felipe Pirela

Si algún vecino de Santa Cruz de Aragua lo ve por la calle, con su paso tímido y su aspecto bonachón, no podría imaginar que ese buen hombre fue, en los años sesenta, lo más parecido a lo que en la actualidad es Nacho, Víctor Drija o Sixto Rein. Se trata de Miguel Itriago, quien en aquella época maravillosa de la farándula venezolana se codeaba con José Luis Rodríguez, Alfredo Sadel y Felipe Pirela. Sin embargo, y pese a alcanzar grandes éxitos musicales, Miguel abandonó su carrera de cantante en 1973 para dedicarse a administrar una bomba de gasolina.

Pese a esa temprana jubilación de la música, Miguel seguía teniendo el gusanito del canto por dentro. Incluso cada vez que asistía a un concierto su corazón se llenaba de melancolía y cerraba los ojos y se imaginaba alumbrado por las luces y cantando tal vez en el Show de Renny o en algún club nocturno.

Desde muy jovencito, Miguel había tenido el sueño de la música allá en su barrio de La Pastora. Todavía andaba por ahí en pantalones cortos cuando en febrero de 1956 se escapó al Coney Island a ver la actuación del Bárbaro del ritmo, el gran Benny Moré. Aquella actuación del genio cubano le generó tal entusiasmo que decidió, tiempo después, participar en un concurso para cantantes aficionados llamado La Puerta de la Fama y que era transmitido por Televisa. Esto ocurriría en 1957, y allí en ese concurso conocería a un cantante maracucho tan joven como él y que luego se convertiría en el bolerista de America: Felipe Pirela.

Los años fueron pasando entre estudios de música y frustraciones producto de algún profesor mal encarado y regañón, hasta que un buen día Miguelito se convirtió en el cantante incógnito del Show de Víctor Saume. Finalmente el 8 de diciembre de 1962, patrocinado por relojes Nivada se reveló el misterio que desde el día 3 había mantenido intrigado al público televisivo que seguía con fidelidad el Show del tío Saume.

A partir de allí la prensa especializada en entretenimiento empezó a llamarlo “la revelación del año”. Fue contratado por discos Velvet y cual prospecto de beisbol se le otorgó un jugoso bono que  lo llevaría a la grabación de su primer longplay. Entre los músicos Porfi Jiménez, Eduardo Cabrera y Aníbal Abreu estaría repartida la tarea de hacer los arreglos y la producción de aquella primera placa discográfica. A partir de allí la suerte empezó a sonreírle a Miguelito. Incluso abandonó la moto y se compró un carro del año. Empezó a vivir de su maravillosa voz. Aquellos agudos de Miguelito hacían que la gente se levantara de sus asientos a ovacionarlo. Tanto así, que en un una ocasión en el hotel Tamanaco, no dejaba salir a la Faraona de España, Lola Flores.

Empezó a vivir de su maravilosa voz...en una ocasión en el Hotel Tamanaco, no dejaba salir a la Faraona de España, Lola Flores

Esa noche, para disgusto del manager de Lola, Miguelito quien estaba previsto a cantar tres temas, tuvo que cantar dos más y salir en hombros vitoreado por su público “Miguelito, Miguelito”. Lo cual ocasionaría que el manager de la Faraona perdiera la compostura.

Aquellos fueron años de muchas satisfacciones pero también de algunos fracasos. Y a pesar de que Miguelito lograba vender gran cantidad de sus sencillos (grabaciones en 45 rpm) y la consideración de la prensa especializada era que Miguelito era un portento de cantante, no lograba el despegue definitivo para convertirse en una estrella indiscutible del firmamento de la farándula venezolana.

Tres años antes de su retiro (en 1973), Migelito participaría en el cuarto festival de la canción de Buenos Aires junto a su gran amigo Héctor Cabrera, pero no tendría éxito. A partir de ese momento, los contratos que no eran muchos para ese entonces, empezaron a escasear de tal manera que Miguel se fue diluyendo en el panorama de la farándula hasta que llegó su prematuro retiro. Y así las cosas, tal cual como llegó, un buen día Miguelito ya no estaba más en las pantallas de televisión, ni en las radios, ni en los shows nocturnos. Quedaría Miguelito Itriago como ese muchacho que cantaba con una fuerza enorme, poniendo toda el alma en cada canción.

Coda

En el año 2008 Miguelito volvió al ruedo, apoyado por el productor radial y escritor Luis Ugueto. Tuvo ocasión de volver a sentir el néctar dulce de los aplausos y los nervios sabrosos de estar montado en una tarima, haciendo música. Y aunque en la actualidad sí se halla definitivamente retirado, no deja de causar emoción el hecho de que tuviera esa oportunidad de estar nuevamente en una tarima interpretando esos grandes boleros que cantaba con pasión y mucha sabrosura por allá por los años sesenta. Ojalá en algún momento el público conociera un poco más de la historia de Miguelito Itriago y de muchos otros artistas de aquel momento glorioso de la farándula venezolana, los maravillosos años sesenta.

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Alejandro Moreno (Caracas, Venezuela, 1972) cantante, editor y escritor a ratos. Licenciado en letras UCV. Ha publicado los libros para niños El águila y la estatua y Juan Piroco care loco en la editorial el perro y la rana.
chuomago@gmail.com

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