Desde siempre la ciencia se ha preguntado sobre la capacidad de almacenamiento de nuestro cerebro, y esta, generalmente era subestimada.
Después de la aparición de las computadoras, se ha utilizado su terminología como parámetro. En los años noventa se estimaba que la capacidad de almacenamiento del cerebro humano era de 10 terabytes, pero en 2016 un equipo de investigadores del Instituto Salk, llegó a la conclusión de que esa capacidad de almacenamiento no dependía solamente del número de neuronas, sino que las sinapsis entre ellas eran más importantes.
Esto incrementó la hipotética capacidad de almacenamiento cerebral a 2,5 Petabytes, recordando que:
1000 kilobytes = 1 Megabyte
1000 Megabytes = 1 Gigabyte
1000 Gigabytes = 1 Terabyte
1000 Terabytes = 1 Petabyte
Esa cifra de 2,5 Petabytes es equivalente al almacenamiento de más de 30 años de videos de calidad HD.
De acuerdo a esa capacidad, podríamos inferir que los límites para el aprendizaje los ponemos nosotros, no un cerebro sano.
Aunque la cifra sea gigantesca, no tendría ninguna utilidad si esa información almacenada no puede ser retribuida para completar el proceso de memoria. Por esto es importante cuidar nuestros cerebros. Estos son los principales consejos de los especialistas para ayudar a ese propósito:
Controlar la presión sanguínea, los niveles de colesterol y glicemia.
Mantener un sueño de calidad. Si se duerme poco o mal, la falta de sueño disminuye las capacidades cognitivas y predispone a las enfermedades neurodegenerativas.
Mantener una dieta nutritiva y balanceada. Las zonas del cerebro relacionadas con el aprendizaje, la memoria y la salud mental son más pequeñas en las personas que consumen gran cantidad de comida chatarra.
Evitar hábitos nocivos como el alcohol en exceso y el cigarrillo.
Evitar el aislamiento social. Las personas que mantienen el contacto humano tienen menos probabilidades de deterioro cognitivo y de Alzheimer.
Mantener el cerebro activo, aprender cosas nuevas, leer…
Evitar utilizar los audífonos con volumen demasiado alto. Con este mal hábito se somete al cerebro a un trabajo extraordinario tratando de descifrar todos los estímulos auditivos.
Desarrollar actividad física, evitar el sedentarismo. Está demostrado que la actividad física favorece la producción de factores neurogénicos fundamentales para el cerebro.
Evitando los malos hábitos y adoptando los saludables podremos explotar al máximo esas extraordinarias capacidades cerebrales.