Llegó la época de montar nacimientos y árboles de Navidad. Aún en los países tropicales, debido a la influencia cultural de Estados Unidos y Europa, existe la costumbre de comprarlos y adornarlos. Casi siempre son de plástico y más plástico.
Pero es una costumbre tan antigua como el Hombre en los países donde hay invierno. Se muere todo, se acaba la vegetación y entonces no queda otra sino rogar porque vuelvan a ponerse verde todas las hojas. Fue el origen de los ritos del solsticio invernal, que se hacían con árboles de hoja perenne, como el pino.
Los ritos pasaron a diferentes culturas, entre ellas la romana antigua. Celebraban las Saturnalias entre el 17 y el 23 de diciembre, decorando con árboles y velas las casas para celebrar que algún día regresarían la luz y el calor. La tradición siguió durante la Edad Media en el norte de Europa.
En los siglos XVI y XVII colgaban los árboles adornados cabeza abajo en las salas, y en el siglo XIX se pusieron de moda cuando se publicaron las fotos de los que adornaba el príncipe Alberto, el esposo de la reina Victoria, en su despacho de Windsor. El príncipe había nacido en Baviera, Alemania, donde era costumbre.
Se popularizaron en Estados Unidos, como las tarjetas y los adornos, con un marketing espectacular que llevó a la venta de un millón de árboles en temporada solo entre Boston y Nueva York y de ahí, al resto del mundo a principios del siglo XX.
Se vendían en su mayoría cortados, pero hoy con la agricultura intensiva, se encuentran vivos de varias especies, enraizados. Hay pinos, abetos, piceas, thuyas… Dinamarca es el primer productor mundial. Soportan -20 C y hasta 30 C. A más calor, más riego y un suelo rico en humus, con un pH un poquito ácido que puedes obtener ligando 1/4 de taza de borra de café al medio de siembra.
Hay pinos enanos de un metro y medio, los que tienen olor a limón y los Norfolk, que pueden estar en maceta dentro de la casa y afuera a la sombra. A todos se les podan las ramas secas, sin tocar la copa porque si no, dejan de crecer. Siempre revisa la etiqueta y que la planta tenga raíz, que no te metan gato por liebre.
Que no te den un árbol cortado, que vivirá cuando mucho hasta Reyes, por uno vivo si te comprometes a cuidarlo. Son árboles no solamente hermosos sino medicinales porque el aroma de los pinos, las tuyas y los abetos ayuda a despejar los pulmones y a limpiar el aire.