¿Cómo llegué aquí?
Vaya usted a saber…
Sólo sé que vengo del futuro.
Sí, no se ría ni arrugue la cara, le recomiendo incluso que haga a un lado el nerviosismo pues no soy Terminator ni nada por el estilo. Más bien soy un pacificador: me encanta la paz y apuesto por ella.
Tampoco piense que soy un personaje que escapó de La plaga escarlata de London, o de alguna novela de Asimov. Aunque, aquí entre nos, Vonnegut me agrada más: el tipo aburre, pero cuando uno menos lo espera, introduce un buen chiste y eso reanima al lector.
Decía que vengo del futuro.
En aquel tiempo soy un anciano a cargo de varios adolescentes que mi esposa y yo logramos proteger del hongo, una explosión brutal que varios idiotas decidieron mostrar al mundo, al mundo de antes, quiero decir…, o sea, el de hoy.
Aquella vez pudimos salvar algunas cosas, sobre todo semillas y unos cuantos animales para la cría. Lo que no alcanzamos a salvar fueron los libros, y eso ha sido un problema. Sin embargo, con lo poco que tenemos llevamos una vida tranquila y serena.
De donde vengo no disponemos de TV ni internet.
La tierra por su parte es una pradera húmeda de un verdor añejo. A pesar de ello, los ríos son escasos y sólo disponemos de pequeños agujeros en el suelo por donde, algunas veces, fluyen chorros de agua.
Los muchachos nos ayudan con las labores, son buenos granjeros y poco se quejan, eso sí, nada quieren saber sobre qué había antes del suceso del hongo; de hecho, no saben leer ni escribir y ni siquiera sienten curiosidad por saber cómo era el pasado; aun así, he tratado de enseñarles lo poco que recuerdo.
Por ejemplo, hace una semana les solicité que nombraran tres personajes importantes de la historia. Protestaron de forma enérgica, dijeron que aquello era una payasada, un sin sentido, además, ¿a quién le importa?
De todas maneras, insistí.
Más tarde, en medio de un ambiente desabrido y malhumorado, finalmente uno de ellos respondió con total seriedad: “Tú, Jesucristo y Santa Claus.”
Desde luego, el orden de los personajes nada tiene que ver con la importancia de los mismos, bueno, eso creo, en todo caso, desde entonces se acabaron las preguntas.
La ausencia de interrogantes los hace muy felices.