Gente que Cuenta

La inquieta calma de los percebes,
por Luli Delgado

Percebes Atril press
Ahora que veo la foto, me acuerdo que una vez los comimos con unos amigos portugueses…

Estuve leyendo en El País de Madrid una nota sobre los percebes, una especie de crustáceos que solo viven en lugares inhóspitos, rocas con oleaje de aguas muy frías, mareas agitadas, lugares de imposible acceso, en fin.

Según el autor del relato “…(son) una lección inquietante de vida: hay quien solo sobrevive en la tormenta, y no duraría dos días en un mar plácido quieto como un plato.

Ahí sí se me prendieron las alarmas del total desacuerdo. Me explico.

Quienes me conocen pueden dar fe de que si algo he sido yo en la vida es una persona inquieta y poco convencional. De pequeña, la más tremenda.

Más adelante, contra viento y marea, estudié comunicación social y después trabajaba en reportajes arriesgados, peligrosos, fuera de mi condición de señorita decente, digámoslo así. Visitaba las cárceles, dormía en la cabina de un camión, me iba a filmar en un campamento en medio de la selva, solamente para darles una idea. “Anda por ahí de su cuenta”, decía mi mamá.

Más adelante tuve y crie a mi Ceci en producción independiente, tampoco muy común en mi época, me fui a trabajar en un periódico para formar parte del equipo que se ocupó de voltearlo como una media.

Cuando se me puso pesado el aire que respiraba, me mudé al Brasil con mi niña y nuestro perro. Allá me tocó vivir otra montaña rusa de experiencias.

Por esos días un amigo me decía: “Estás como Errol Flynn cuando se subía en una mesa a caerse a espadazos como con cuatro al mismo tiempo. Vas ganando, pero, eso sí, ni se te ocurra bajarte”. La vida entera llevándome el mundo por delante, pues.

Un día apareció un hombre fuera de serie, que no podía entender que yo anduviera por la calle a mi propio paso y, sin saber adónde iba, igual abría camino. Era porque siempre había sido así. Yo no podía darle más argumento.

Lejos de huir despavorido, y después más de diez años viéndome ir y venir siempre por mi cuenta, me propuso matrimonio. Yo le dije que sí y aquí estamos. Por el camino me trajo a pasear a Portugal y frente a una sombrerería en Lisboa, le dije sin más: “Yo quiero vivir aquí” y seis meses después llegábamos con cuatro maletas, un container en camino con todos nuestros muebles, la casa de Brasil vendida y las naves debidamente quemadas.

Y aquí encontramos nuestra paz. En este país maravilloso donde hemos construido nuestro día a día y somos realmente felices.

¿Ahora entienden lo de las alarmas de total desacuerdo? Vivimos en el fulano mar quieto como un plato y nunca nos habíamos sentido mejor. No sé los percebes, pero estoy encantada con la calma y lo que soy yo de aquí no me sacan…

PS: El señor de esta casa manda a decir que a él tampoco.

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Luli Delgado es periodista venezolana, Master en Artes de Cine y  Video – por The American University, Washington, DC.
Fue Directora Ejecutiva de la Fundación Andrés Mata de El Universal de Caracas, y Gerente del Centro de Documentación de TV Cultura de São Paulo. Es autora de varios libros y crónicas.
delgado.luli@gmail.com

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