Sobre Vitrales, de Leonor Henríquez
“Muy bueno, sobre todo los vitrales de Leonor Henríquez”.
León Schwarz
“Aun con mi poca cultura musical, sin mencionar otras carentes culturas, aprecio lo que sintió Leonor Henríquez en esa bella iglesia.
Maravillada por los vitrales y esa música de J.S. Bach.
Algo parecido sentí yo cuando conocí la catedral de Montreal y también
siendo el Bolero de Ravel una de mis piezas favoritas.
Felicita a Leonor por su sensible espíritu religioso y por la música”.
Alfonso Osorio del Ciervo
Sobre Mi encuentro con Garmendia, de Victorino Muñoz
“¡Vaya! ¡Vaya! ¡Vaya! ¡19 pulgares; yo fui el número 19! ¡Indudablemente que estás mejorando, Victorino! Yo, como cualquier otro lector que se precie, ¡también leí a Garmendia! Pero, no es por hablar mal de un consagrado como él, ¡no! A mis manos llegó, tarde, muy tarde; porque ya había leído casi toda su obra, no recuerdo si “Los pequeños seres” o “Tardes de ceniza”. Y encontré muchos, para un escritor de su talla, defectos, que quiero pensar producto del apresuramiento en publicar, Por ejemplo: un personaje que aparece con un nombre en una página y más adelante con otro; un personaje que viste un suéter azul marino y dos párrafos más adelante el suéter es marrón… y leí y releí, para ver si era intencional… pero no. Yo sé que este “pequeño ser” de mi comentario no va a perjudicar, manchar, oscurecer (no es mi propósito) la magna obra y trayectoria de un escritor como Salvador Garmendia. Solo quería decir lo que experimenté. También debo decir que en uno de sus cuentos hay una imagen que me gusta mucho, siempre la recuerdo cuando veo a alguien tosiendo o estoy en un café. En la mesa de un café hay un hombre sentado. ¡Está solo! Mientras espera lo que pidió, le da un acceso de tos. El hombre tose y tose y tose como si quisiera partir la mesa con su tos, dice Garmendia”.
Pedro Querales