Silencioso dulce,
por Jeraige Reinoso
La glicemia, o nivel de glucosa en sangre, es mucho más que un número en los exámenes médicos. Es un espejo de cómo vivimos, comemos, dormimos y gestionamos el estrés. Mantenerla estable es clave para prevenir enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2, pero también para sostener la energía, el estado de ánimo y la claridad mental.
Nuestro cuerpo está diseñado para mantener la glucosa en equilibrio, liberando hormonas como la insulina cuando comemos y glucagón cuando necesitamos energía. Sin embargo, los hábitos modernos —comidas rápidas, exceso de azúcares ocultos, estrés continuo y falta de sueño reparador— rompen ese delicado balance. Con el tiempo, las células dejan de responder bien a la insulina, generando resistencia, inflamación silenciosa y fatiga persistente.
Un ejemplo ...




