Gente que Cuenta

Cinéfilo, por Getulio Bastardo

Doctorr Zhivago Atril press
Doctor Zhivago (1965),
dirigida por David Lean

Soy cinéfilo desde muy niño. Mi abuelo tenía una cafetería en el cine Ayacucho de Cumaná. Era una sala que solo estaba techada hasta la mitad, o sea, en el área preferencial; en galería o gallinero no había techo. Por supuesto que aún no existía el aire acondicionado. Vi muchas de las películas que se proyectaban allí, principalmente mexicanas.

Luego comencé a ver películas de grandes producciones en el nuevo cine Paramount en la plaza Miranda. Ya había aire acondicionado. Películas como El Dr Zhivago, Éxodo, Los Diez Mandamientos, Los Doce del Patíbulo y un largo etcétera, y una cuyas versiones creo que he visto todas: Siete hombres y un destino. Entre esas versiones está Los Siete Samurai. Algunas eran muy largas con intermedios donde uno podía salir y comer algo.

En otra época combinaba el cine con la lectura y a veces me ufanaba, por no decir pedanteaba, ante mis amigos cuando me decían: “van a dar o están pasando tal película” y les respondía: “sí ya leí el libro”.
Pero antes, combiné los westerns o películas de vaqueros que veía en el cine Pichincha a las 5 pm con las novelitas de bolsillo de Marcial La Fuente Estefanía o Keith Luger y recuerdo una saga que se llama Los Pioneros.

Desde esa época quedaron grabados esos relatos del oeste americano como parte de mi impronta cultural cinematográfica y aún hoy, cuando me entero de que en las distintas plataformas hay una película de ese tipo, no dejo de volver a verla.

Ya en la universidad no dejé de ir al cine, sino que se reforzó mi afición, por la variedad de ofertas que había en la ciudad.

Primero el Cinelandia, ya desaparecido, pasaba películas a un bolívar la entrada los martes y el resto de la semana eran dos bolívares. El Popular, en Santa Elena, a un 1,50 bolívares toda la semana, y nos reservábamos el domingo para la sala Glorias Patrias, que era más caro.

En mi Ciudad Universitaria vi desaparecer además del Cinelandia, El Gran Casino y el Glorias Patrias convertidos en salones de prédicas religiosas. El Aerocine en la cabecera del aeropuerto, hoy es una ferretería. El cine Belén, después convertido en escenario para presentaciones y escuela de teatro, el cine Mérida, que ahora es un mini centro comercial y el cine Tibisay convertido en hotel.

Pero lo que nunca olvidaré son las proyecciones en el Cine Arte de la ULA, cuyas películas las presentaban por directores y ciclos; por ejemplo la semana dedicada a Luis Buñuel se llamaba “el ciclo de Buñuel“ y así con otros autores.

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Getulio Bastardo
Médico psiquiatra clínico, profesor universitario jubilado en Venezuela y activo en Perú, casado, con seis hijos y seis nietos. Soy un viejo feliz
getuliobastardo@yahoo.com.mx

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