En las redes está apareciendo con frecuencia el cuadro de uno o varios perritos asomados pendientísimos de voces de humanos que se gritan a matar. El mismo cuadro se repite en varios escenarios y perritos, pero el sketch es el mismo: unos perritos interesadísimos en un pleito ajeno al que no pueden dejar de poner cuidado.
Pues bien, yo acostada desde el sábado bajo los rigores del covid y sin ánimo ni de levantarme de mi cama ni de hacer absolutamente nada, descubro en Instagram un pleito sordo entre Johnny Depp y su ex, Amber Heard. “Que tú dijiste”, “que yo no dije”, “que ella es loca”, “que él bebe”, “que no te miro”, “que mi perro pisó una abeja” (?), y así sigue. Ambos se demandan por unas sumas que, aunque reales, las tratan como si fueran de monopolio, y por una necedad de “tú dijiste y me la vas a pagar” acaparan la atención.
De ahí salto de la receta del calabacín con zanahorias, a la camisa de lino en oferta, pasando por Freddy Mercury y después un bombón haciendo gala de su condición, sin que falte Jeniffer López negada a entender que ya sus gracias no hacen gracia, o instrucciones de cómo hacerse nudos en la bufanda, o los secretos para ser feliz, para caer otra vez en el pleito de Depp/Amber.
A ella no la había oído nombrar en mi vida, y busqué lo del juicio a ver si era viejo, pero no, parece que ella es super conocida entre gente que podrían ser mis hijos/nietos, y el proceso judicial está en pleno desarrollo y parece que va para largo.
Y yo, acérrima enemiga de las redes y defensora militante de contenidos de calidad, aquí sin poderme despegar. Ojalá no sea que el covid carcome las neuronas, porque me siento como el perrito!