Como un pollo,
por Alfredo Behrens

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      Uruguay era un país de inmigrantes y entre ellos los gallegos. No sé bien por qué razón, fueron gallegos quienes fundaron la CUTCSA, Compañía de Transportes Colectivos SA. Se modernizó y hoy su lema es “Siempre Iré Contigo”, o algo parecido. Pero en sus primordios los vehículos eran vetustos ómnibus Leyland. Eran bonitos, pero tenían la dirección a la derecha porque fueron importados de Inglaterra. Inclusive había un cartel esmaltado que me llamaba la atención, “Prohibido salivar, Prohibido hablarle al conductor”. En fin, estaba lleno de cosas que llamaban la atención a un niño. Pero tal vez lo que recuerdo con más detalle era un lugar para sentarse que estaba dispuesto en la dirección del ómnibus. Quien ahí se sentase se bambolearía hacia su izquierda y derecha con cada arranque y frenazo, al punto que uno se levantaba mareado, dando la impresión de ser medio idiota. Tal vez por eso el asiento era conocido por el nombre “asiento de los bobos”. Los uruguayos no se andan con chiquitas. Por bobo querían decir oligofrénico, imbécil o idiota, sin distinción de grado. Pero si te ponés a pensar, esa forma de hablar directo y sin tapujos sería una tara que heredamos de Quiroga, si no antes, porque Quiroga tiene un cuento de horror maravilloso llamado La gallina degollada. En él, una joven pareja tuvo cuatro hijos con un grado de idiotez terrible, se sentaban siempre lado a lado, para ver la nada, con la lengua entre los dientes y la mirada estúpida, mientras que sus salivas pegajosas les corrían sobre los pantalones. Se decía que sobre esa joven pareja había caído alguna maldición. Pero el matrimonio tuvo suerte y nació una hija sana que fue su deleite, y con esto parecía que todo mal había sido superado. Resulta que un día los bobos vieron cómo la empleada doméstica degolló a una gallina y Quiroga nos cuenta que se juntaron para hacer lo mismo con la niña que acababa de nacer, y fue horrible, claro. Las raíces de ese cuento pueden estar en el de Conrad, Los Idiotas, pero interesa menos. Lo que interesa es a lo que iba, que en Uruguay los ómnibus tenían un asiento conocido por el nombre “asiento de los bobos”. Eso es lo importante.

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