Gente que Cuenta

Día de Reyes,
por Getulio Bastardo

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Rene Wiley,
Red Island Ride, s/f

Había llegado la época de las fiestas y regalos. En su pueblo, como en todos los pueblos, las casas se vestían de navidad.

La costumbre era pintar las casas y estrenar ropa nueva el 24 y 31 de diciembre. Claro que para que llegara el mes de diciembre pasaba mucho tiempo, “todo un año”. Y él había esperado mucho. El tiempo en la niñez pasa muy lento y cuando se espera algo tarda más.

De enero a noviembre el niño al transitar por la ciudad, cuando iban a ella, se detenía en las vidrieras de las tiendas de ropa y desde afuera escogía las combinaciones que estrenaría en las dos fechas. Lo mismo hacía con los juguetes. Nunca estaba contento con las combinaciones que escogía, las cuales incluían camisa, pantalones, chaquetas, calcetines y zapatos, y en la siguiente ocasión las cambiaba, en sus pensamientos.

De los juguetes escogía desde trenes eléctricos y pistas de carros de velocidad hasta bicicletas.
Todo el año sus pensamientos eran los mismos así como su frustración al no recibir los regalos que deseaba.

Ese año no fue diferente. No se había vestido con los trajes elegidos, ni los zapatos relucientes, ni el frasco de perfume que oliera a hombre, o la bicicleta que ya era lo que más quería a sus 10 años.
Sin embargo en el mes de enero mantuvo viva sus esperanzas, pensando en el día de reyes.

Y llegó ese día cargado de satisfacciones. Los Reyes Magos le habían traído todo lo deseado, sus ropas y la bicicleta.
Se montó en ella y salió a toda velocidad por la única calle del pueblo. Había aprendido a montar en la de sus amigos.

Salió disparado por la calle, casi que volaba en dos ruedas, hacía acrobacias, se levantaba del piso y hacía piruetas en el aire.
Se aventuró a ir más lejos y salió del pueblo hacia los caminos entre matorrales, llegó a la quebradita que atravesaba saltando sobre piedras, pero como andaba en bicicleta decidió salvarla montado cual pegaso; cuando se Iba acercando aumentó la velocidad del vehículo y saltó, fue tan descomunal el salto que atravesó la pequeña corriente de agua y fue a dar más allá del final del camino, donde se inicia una curva. Allí chocó contra los matorrales y cayó.

El golpe le hizo despertar en el piso del cuarto que compartía con sus otros hermanos.

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Getulio Bastardo
Médico psiquiatra clínico, profesor universitario jubilado en Venezuela y activo en Perú, casado, con seis hijos y seis nietos. Soy un viejo feliz
getuliobastardo@yahoo.com.mx

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