Juan de Dios y Arcadio desde muchachitos fueron muy unidos. Solía vérselos juntos siempre. La verdad sea dicha a Lucrecia, la mujer de Arcadio, no le gustaba mucho la juntilla de su marido con Juan de Dios. Dicen, aunque a nadie le consta que ella lo llamaba Juan del Diablo.
Pero total, ya Arcadio está muerto y a nadie le importa como Lucrecia le decía a Juan de Dios. A esa hora de la madrugada nadie puede ver a Juan de Dios llorando por el camino de Río Chiquito a San Lorenzo. Los cocuyos borrachos que se besan en el cielo abrazan a Juan de Dios, ellos sí saben por qué lloran.