
¿Saben qué es “echar pinta”?
Les voy a explicar. Echar pinta son cinco estudiantes de bachillerato, zagaletones o adolescentes, montados en un Ford Galaxie 500, del 59, último modelo, convertible, cuyo techo se guardaba en la maletera con solo apretar un botón. Motor de 8 cilindros en V, frenos de potencia, dirección hidráulica, cauchos banda blanca y radio AM – FM, como decía el perifoneador cuando estaba anunciando la rifa de esa nave, porque este carro llegó a la ciudad para ser rifado.
La rifa se la ganó un trabajador de una estación de servicios que había comprado un boleto. El carro fue a parar a manos de un empresario local vecino del lugar, a quien se lo vendió el ganador.
Este empresario de origen alemán, lo que quiere decir catire de ojos azules, tenía varios hijos, varones y hembras, entre ellos uno en bachillerato, también catire de ojos azules.
El señor estaba nuevamente casado y tenía una nueva familia al otro lado de la ciudad, pero ese carro de lujo permanecía guardado en la casa donde vivían los hijos mayores, tres mujeres y tres hombres; de estos, dos comerciantes solteros y el estudiante de bachillerato.
El estudiante cuando tenía oportunidad sacaba el carro a escondidas del padre para pasear con sus amigos y algunas veces pavonearse frente al liceo, destapando el carro y guardando automáticamente el techo en la maletera ante la mirada de admiración de las jovencitas y jovencitos de secundaria, y de los profesores también.
Un domingo José Alfredo que así se llama el estudiante de secundaria, ahora doctor, sacó el carro a escondidas del padre como era su costumbre y mientras paseaban por la ciudad, se toparon en una de esas calles de pueblo con doble sentido o doble vía con el señor B, que venían su camioneta en sentido contrario. Al ver a su carro rodando en la calle, lleno de muchachos, se detuvo, bajó, paró el convertible, hizo bajar a la muchachada que sorprendida se apresuró a cumplir la orden, algunos apenados y otros asustados, le pidió las llaves al hijo, quien contrariado pero en silencio se las entregó, luego seguimos todos caminando y después del susto inicial reímos, pero con esto finalizaron los paseos para echar pinta.

Médico psiquiatra clínico, profesor universitario jubilado en Venezuela y activo en Perú, casado, con seis hijos y seis nietos. Soy un viejo feliz
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