Gente que Cuenta

El arte de la crítica, por Victorino Muñoz

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Roman Kramstyk,
Retrato de Jan Lechoń, 1919

 

Actualmente, no soy muy dado al arte de la crítica, en la literatura o en el arte en general. No la practico ni entiendo bien su función, ya que la persona que crea ni se enterará de lo que uno dice, y menos aún me parece que esta vaya a cambiar lo que hace para complacer la opinión de un tercero.

A lo sumo, la crítica tal vez le sirva al que la hace. Es decir, leyendo a otros piensa y reflexiona acerca de lo que él mismo produce, perfilando los criterios para evaluar sus textos propios. Entonces, más bien debería guardarse sus comentarios para sí, pensarán ustedes. Y les concedo razón.

Aunque, claro está, esto solo aplicaría en el caso de los críticos que a su vez son artistas. Porque, de lo contrario, sus opiniones solo sirven para meter cizaña, alentar vanidades o destruirlas (algunas de las funciones reconocidas actualmente a la crítica).

Con todo, tengo solo dos principios básicos para practicar este arte, si es que es tal: uno para leer y otro para los que me leen. El primero lo tomo de una carta que a menudo aparece como prólogo en las ediciones de México insurgente, de John Reed. En la misma, el autor recomendaba a un amigo: quédate con lo que te gusta.

Así hago, como cuando comemos y en un plato vamos apartando lo que nos desagrada o no consideramos comestible. Y si un texto no es del gusto de mi paladar, dejo de leerlo y busco otra cosa, que es más sencillo que obligarme a tragar lo que no puedo.

El otro principio es más antiguo, y se lo leí a Valerio Marcial: ¿No te gustan mis poemas, lector? Escribe los tuyos, decía en uno de sus agudos y mordaces epigramas. Eso pienso yo que perfectamente podrían responderme los que yo vaya a criticar; razón por la cual me guardo de opinar, o lo hago solo en privado, en un cuaderno que nadie jamás verá.

Confieso que en un tiempo no fui así. En mi juventud criticaba a diestra y siniestra lo que leía. Más que criticar, atacaba, como si el que escribió algo que no fuera de mi gusto me estuviera ofendiendo por haberlo publicado.

Pero, ahora no. Cosas de la edad, digo yo. He cambiado hasta tal punto que hace un tiempo un amigo me envió un libro suyo, y luego me preguntó cómo me había parecido.

– Me encantó la portada – fue todo lo que atiné a decir.

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Victorino Muñoz
valenciano, autor de “Olímpicos e integrados”, ganador del Concurso de Narrativa Salvador Garmendia del año 2012 y “Página Roja”, publicado en la colección Orlando Araujo en el año 2017.
rvictorino27@hotmail.com
Twitter:@soyvictorinox
Foto Geczain Tovar

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