Gente que Cuenta

El filósofo,
por Getulio Bastardo

muchachos Atril press
“De golpe se aparecía un personaje nuevo, un adulto que no encajaba en el grupo y lo mirábamos con recelo…”

Recuerdo con cariño mi adolescencia en el barrio Cruz Roja. Se llamaba así porque las primeras casitas prefabricadas de concreto donde no entraba un clavo fueron construidas por la Cruz Roja y después otra organización, el Rotary Club construyó las siguientes. En la entrada de la pequeña urbanización, la Cruz Roja puso un aviso inmenso, anunciando la construcción del barrio. Ese aviso bautizó el lugar.
La Sra. Ercilia, respetada docente y vecina del barrio, hubiera preferido que fuera la organización rotaria la primera en construir. Así se hubiera llamado “Urbanización Rotary Club”, como ponía ella en su correspondencia.
Al sitio se salía y entraba por una amplia calle que daba acceso a una avenida y justo frente a la calle hay un parquecito, de altos árboles y caminería demarcada por setos de arbustos de cayenas, de varios colores, muy bien podados, y bancos de metal fundido y listones de madera, muy cómodos, ergonómicos se diría ahora. Allí nos sentábamos a conversar, estudiar, leer el periódico y hablar de béisbol y cine.
Ninguno tenía novia y alguno estaba enamorado solo.
De golpe se aparecía un personaje nuevo, un adulto que no encajaba en el grupo y lo mirábamos con recelo. Uno de ellos fue uno al que le decían el bachiller que resultó ser un actor y director de teatro homosexual. Huimos de él. Así como llegó desapareció.
El otro fue el filósofo, que también duró poco tiempo como asiduo visitante de la placita. Sin embargo, en ese breve tiempo nos habló de filosofía y particularmente de los filósofos estoicos, de Epicteto, Séneca y Marco Aurelio.
No sé qué hubiera pasado si alguno de nosotros le hubiera comprado la idea de ser filósofo y particularmente estoico, y convertirse en predicador de la importancia de la autodisciplina, el autocontrol y la aceptación de las circunstancias externas, teniendo como meta alcanzar la sabiduría y la virtud y vivir en armonía con la naturaleza. Creo que no teníamos el perfil y a esa edad menos.
No sé de dónde vino ni dónde vivía, y así́ como llegó se fue.
De él recuerdo una anécdota. Un día, cerca del mediodía, serían vacaciones o feriado porque esas no eran horas de ir al parque, estaba conversando con él y en una pausa le digo: “me voy porque tengo hambre y es hora de almuerzo”; y él me respondió: “¿tú todavía comes?” No sé si dentro de los preceptos de la filosofía estoica está el de no comer, pero en fin…

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Getulio Bastardo
Médico psiquiatra clínico, profesor universitario jubilado en Venezuela y activo en Perú, casado, con seis hijos y seis nietos. Soy un viejo feliz
getuliobastardo@yahoo.com.mx

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