La pura verdad es que estábamos muy contentos.
Emocionadísimos, diría.
Sobre todo, los que vivimos aquí, en esta tierra donde nació el poeta que ha ganado recientemente el premio Cervantes.
Es conveniente resaltar que, siendo un pueblo con un amplio nivel de cultura, la mayoría sabemos de qué va el asunto.
Sabemos también que el poeta había estado por Caracas, quizá con algunos problemas de salud, aunque también conocemos de su fuerza y coraje para dejar atrás las dolencias y así celebrar con tanta gente que lo aprecia, especialmente los que integran las universidades.
Pues bien, alguien de aquí, específicamente un funcionario del museo, le hizo llegar al poeta una invitación para que se acercara a su terruño y desfilase por el museo para darle los detalles de un homenaje que se le haría en breve, aprovechando que el día de navidad ya casi estaba encima.
En efecto, el poeta voló desde Caracas y, como pudo, llegó al museo. Pero, por alguna razón, la gente que debía recibirlo tuvo que salir, de modo que la situación quedó en manos de alguien que, hasta el día de hoy, se desconoce su identidad.
El encuentro fue más o menos así:
—Buenos días —saludó el poeta—, yo vengo de Caracas y tengo el Cervantes.
—Pues déjeme decirle que ya estamos hasta la coronilla de bichos raros. Primero fue el coso rojo, luego un tal delta y más tarde uno que llaman omicrón, y ahora viene usted con un cervantes, ¡a otro perro con eso hueso! Mejor váyase por donde vino y no vuelva hasta que esté plenamente curado.
Y seguidamente echaron al poeta a la calle y le dieron un portazo.
Esa misma tarde, el poeta tomó el avión de regreso a Caracas. Desde entonces nunca más se le ha visto por estos lugares. Hay quienes dicen que, desde aquel momento, juró que más nunca volvería.
Tiempo después se supo que un chivo pesado de Caracas se enteró del mal entendido y giró la orden de remover de sus cargos a todos los que laboraban en el museo. De hecho, ahora los que trabajan allí son gente estudiada y de mucha cultura.
Bueno, muy bien, los felicito.
Pero nosotros, los de a pie, a los que humildemente nos apasiona la poesía, nos preguntamos:
¿Cuándo volveremos a tener a otro premio Cervantes?
En fin…