Gente que Cuenta

El secuestro de las amígdalas,
por Luis Alejandro Rodríguez

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“…¿Te ha ocurrido alguna vez que después de una emoción impactante has reaccionado y hecho cosas que después no puedes explicar?…”

Aunque el título suena algo novelesco, creo que sería más adecuado titularlo “las amígdalas secuestradoras”, porque ellas no son inocentes, ellas son las perpetradoras. Pero, debemos reconocer a su favor, que ellas son las que nos ayudan a manejar los miedos.

¿Te ha ocurrido alguna vez que después de una emoción impactante has reaccionado y hecho cosas que después no puedes explicar? Por ejemplo, ver a un familiar en peligro y ser capaz de reaccionar, y hasta de hacer cosas físicas al mejor estilo de un superhéroe. Eso que has experimentado es un secuestro de las amígdalas.

Las amígdalas cerebrales son un conjunto de células reunidas en un núcleo con forma de almendra, que están ubicadas en lo profundo de los lóbulos temporales. Ellas son las responsables del registro de las emociones. Su comunicación es con otras estructuras cerebrales como el lóbulo frontal, donde residen nuestras capacidades cognitivas incluyendo la de toma de decisiones.

En condiciones normales, estas comunicaciones se realizan de una manera en la que se respeta la jerarquía de otras informaciones que esté recibiendo y procesando esa corteza. Ante un evento altamente emotivo, la comunicación de las amígdalas se hace de manera directa, y ellas toman el control de la corteza cerebral, obligándonos a actuar.

En palabras más sencillas, podríamos decir que ante una situación de riesgo o peligro inminente, las amígdalas no están dispuestas a presentar una solicitud que sea procesada con “trámites burocráticos” que incluya el análisis de opciones y probabilidades, porque quizás para el momento que se tomase la decisión, el daño ya habría ocurrido o el peligro se hubiese convertido en un hecho consumado. Diríamos que en lugar de eso, las amígdalas toman el control actuando como unos Marines de Fuerzas Especiales, dirigiendo las operaciones con el clásico “move, move, move!”.

Las amígdalas cerebrales forman parte del sistema límbico. Se encargan de diseñar patrones de respuestas emocionales para hacer frente a los peligros, por eso las respuestas que generan a veces podrían parecer extraídas de una película de acción, y esto se ve también en otras condiciones.

Ahora bien, existe el mal de Urbach-Wiethe, que es un trastorno genético muy poco frecuente (menos de mil casos identificados) que además de las manifestaciones en la piel y las mucosas, puede provocar la calcificación del centro anatómico del miedo, las amígdalas cerebrales. Los pacientes con el mal de Urbach-Wiethe son capaces de experimentar la alegría, el amor, el entusiasmo, el odio… ¡pero no miedo!

¿Será que Juan sin miedo, Superman y otros héroes padecen el mal de Urbach-Wiethe?. Definitivamente, nuestro cerebro con todas sus estructuras es un órgano maravilloso y misterioso a la vez.

Luis Alejandro Rodriguez e1701283899412
Luis Alejandro Rodríguez Castillo es médico venezolano, Master en inmunología del IVIC y Nebraska University. Fue Scientific Adviser en Sandoz Switzerland. Escritor y guionista para la ciencia. Desde hace varios años escritor para el espíritu. Autor de “El Tweet de Dios”.
luisr168@gmail.com

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