Gente que Cuenta

Esos pobres salvajes que somos, por Victorino Muñoz

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Paul Gauguin,
Escena cotidiana en Tahití, 1896

Las culturas que llamamos primitivas a menudo son más inteligentes que nosotros en varios y diversos sentidos. El primero es que suelen convivir con su entorno sin dañarlo, contaminarlo o agotar sus recursos; aunque también en el pasado y el presente hubo, hay y ha habido grupos que sí malversaron sus recursos naturales y los agotaron, como se piensa que ocurrió en la isla de Pascua.

Por otra parte, valoran las cosas verdaderamente importantes. En sus mitos lo evidencian: hablan de la sal, de las plantas, del fuego. En sus ritos lo manifiestan: celebran la llegada de las lluvias, el inicio de las cosechas. En sus creencias también: adoran al sol, la luna, el agua. El hecho de que los mencionen en sus mitos, los celebren en las fiestas y los adoren cotidianamente, evidencia, como decía, la importancia de lo que de verdad es necesario para seguir con vida. Lo demás es lo demás.

Sí, nosotros también sabemos que son valiosas, que de ellas depende nuestra existencia. ¿Lo sabemos? A diario apenas lo recordamos, y no nos emocionamos cuando sale el sol o cuando llueve. En la publicidad tampoco es que las mencionan mucho. Para nosotros es motivo de alegría tener el iPhone último modelo; anunciamos a todo el mundo, a través de las redes sociales, si hemos ido a una discoteca. Si tuviéramos mitos hablaríamos del dios del WI-FI.

Nuestra vida es otra cosa; al menos eso pensamos. Tal vez porque la carne o la leche salen de la nevera del supermercado (y no estoy inventando: según una encuesta hecha en Estados Unidos, el 50% de los escolares norteamericanos creen que la leche es un sintético). Pero, cuando comemos y bebemos, no damos las gracias a la vaca o a la tierra, porque no están cerca de nosotros. Nuestra experiencia del mundo es de segunda mano. Jamás hemos comido algo que hayamos sembrado, o muy pocos lo hemos hecho.

No digo yo que caigamos en una creencia animista, según la cual cada cosa en el universo tiene un alma y haya que adorarla. Pero de vez en cuando sería bueno que recordáramos decir gracias al agua, gracias al viento o al sol y las plantas. Quizás eso que hacen los que llamamos primitivos sea algo así, es decir, pensamos que es adoración a espíritus inmateriales cuando en realidad es gratitud hacia cosas concretas. No sería extraño, ya que de vivir equivocados no estamos exentos ni estaremos cansados.

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Victorino Muñoz
valenciano, autor de Olímpicos e integrados, ganador del Concurso de Narrativa Salvador Garmendia del año 2012 y Página Roja, publicado en la colección Orlando Araujo en el año 2017.
rvictorino27@hotmail.com
Twitter:@soyvictorinox
Foto Geczain Tovar

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