Carta al intruso insolente, por Soledad Morillo Belloso
Hace 169 días irrumpiste en nuestras vidas. A la calladita. Como los ladrones que se cuelan en una casa decente para robar cosas de mucho valor. Una vez adentro, aprovechaste la sorpresa que provocaste en dos buenas personas -porque eso somos mi marido y yo, dos seres humanos decentes- para desplegar tus malas artes. Nos amarraste de pies y manos y, frente a nuestra mirada atónita, arrancaste a romper, a ensuciar, a destruir. Te burlaste a mandíbula batiente de nuestra buena fe.Cual obsceno y procaz malviviente sin honor, rompiste la vajilla, manchaste la plata, doblaste la cubertería, hiciste jirones la lencería. Tomaste las ollas y las horadaste. Le arrancaste los botones a nuestras ropas y escupiste tu hedor y tu podredumbre sobre nuestros pañuelos de algodón bordados con sedalina.Pero...