Gente que Cuenta

Gian Piero, por Luli Delgado

Lisa Gherardini Atril press e1690509251787
Lisa Gherardini,
Monalinda, s/f

En estos días se han conjugado dos o tres detalles que me han llevado de la mano a mis pocos años y al salón de Gian Piero.

Pasé por una peluquería que entre otros servicios ofrecía “peinados para fiestas”. Me llamó la atención, porque si bien hoy en día no creo que sea algo común eso de peinarse para una fiesta, en mi infancia era el pan nuestro.

Sigo. Estamos en pleno verano y la bebida favorita de esta estación es sin duda la cerveza. A mí no me gusta beber nada con alcohol, pero en cambio el olor de la cerveza me lleva nuevamente al mismo lugar.

Y aquí sí les explico quién fue este personaje.

Gian Piero era una peluquería en la Calle Negrín adonde mi mamá iba todas las semanas. Ella no se lavaba el pelo en casa, sino solamente en la peluquería y creo que es la única persona que conozco que aguantaba una semana sin lavarse la cabeza y sin que eso fuera problema, ni estético ni de higiene.

Los sábados me llevaba con ella al salón y el proceso era más o menos así. Le lavaban el pelo, después se lo mojaban con una botella de cerveza a temperatura natural, le ponían unos rollos de esos redondos y la metían en un secador de pelo que parecía un casco espacial.

Cuando se secaba, con un peine se lo batían, es decir, se lo peinaban rapidito para que se le enredara otra vez, y una vez armada esta suerte de caparazón, le daban como un espejo sin espejo, para que se tapara la cara y no le cayera en los ojos ni un asomo de los chorros de laca que le dispensaban copiosamente.

Aquello no se volvía a desbaratar hasta la semana siguiente, y caso hubiera algún compromiso durante la semana, recuerdo que volvía a “repeinarse”.

Todo esto sucedía mientras yo revoloteaba por el salón. En el depósito había siempre cajas de cerveza vacías, de ahí que el verano me recuerde a Gian Piero.

De esa época recuerdo algo fundamental para mí. Fue la primera vez que los adultos hicieron un chiste que yo pude entender. Alguien trató de aprenderse de memoria el teléfono del salón y le dijeron: “es muy fácil! 74 como todos los prefijos de La Florida, 18 como la edad que quisiera tener la Señora Fita (asistente de Gian Piero), y 62, que es su verdadera edad.

No sé dónde fueron a parar ni él, ni la Señora Fita, ni una muchacha rubia que hacía las uñas. Mi mamá pasó a frecuentar la peluquería de Vicente en Chacao, donde invariablemente se quedaba dormida a la hora del secador, y a mí me dejó de parecer plan acompañarla.

Pero todavía recuerdo un teléfono que probablemente no existe y las cajas de cerveza caliente, que no se usan más para peinar a las señoras, y las portuguesas todavía se peinan de fiesta. ¡El mundo da vueltas!

IMG 8842
Luli Delgado es periodista venezolana, Master en Artes de Cine y  Video – por The American University, Washington, DC.
Fue Directora Ejecutiva de la Fundación Andrés Mata de El Universal de Caracas, y Gerente del Centro de Documentación de TV Cultura de São Paulo. Es autora de varios libros y crónicas.
delgado.luli@gmail.com

de la misma autora

18

Compartir en

    ¡Suscríbete a nuestro Newsletter!