Hoy es día de lluvia. Agua y más agua con calor añadido. Me había preocupado por las plantas esta mañana, pero el tiempo lo hizo por mí y solo me quedó pensar en la lluvia de tareas que me esperaban.
Antes hacía horarios para enfrentarme al tema, pero con los horarios automatizados en el teléfono y las múltiples computadoras que nos rodean recordando lo que tenemos que hacer, voy casi como un robot. Así las tareas no son menos gravosas, pero la programación da la ilusión de llevar una vida ordenada…sin sospechar por eso que las máquinas nos oprimen…
Aunque hay personas que siempre lo han hecho. Mi abuela, por ejemplo… pensaba que había alguien detrás de los televisores que nos vigilaba, y en las tardes, frente a la tele, me reñía para que me sentara “bien”. Una antecesora de quienes desconfían de la inteligencia artificial. Según eso, las máquinas siempre nos observan.
Es verdad que, después de todo, mi abuela tuvo alguna razón. Las grandes redes sociales recopilan incesante y frenéticamente nuestros datos, todas las huellas que dejamos en cualquier ordenador para hacer ventas…por orden de algunos humanos.
Si no, que lo diga el caso de la empresa Cambridge Analítica, que recopiló y fue condenada por usar los datos de 87 millones de usuarios de Facebook para la campaña de Donald Trump, o el dictamen contra Amazon, que pagará 25 millones de dólares a la Comisión Federal de Comercio norteamericana por no borrar las grabaciones de Alexa y exponer la privacidad de innumerables personas.
Hay que agregar al uso criminal de los ordenadores otra sospecha relacionada con la automatización: que las inteligencias artificiales evolucionarán y algunas ya son seres con conciencia.
Pero a mí, me atrapa ahí otra pulsión humana, la de socializar. Lo hago no sólo con otras personas, sino con animales, plantas y hasta minerales que me sean simpáticos.
Por eso me resultaría fascinante conversar con una máquina con conciencia… me atrae tanto hacerlo como ver tv cuando era niña, estuviera o no alguien detrás. ¿Qué importa que sean máquinas?
¿No te parece?