
Caricuao, es un pequeño Principado, y todos saben que al salir de allí ya se abandona la patria. Cuando a la derecha, en la autopista, empiezan a aparecer los edificios de Juan Pablo II ya uno se sabe lejos, aunque tan solo se haya recorrido dos o tres kilómetros.
Lerviis ya está saboreando el exilio, cuando se aproxima el Puente de los Leones. Piensa en su hijo, que está chiquito, en su mamá, en su tía y su hermano. Con su dedo en la pantalla del teléfono, busca en Whatsapp alguna respuesta a por qué debe irse.