Cuando vemos una corona la vinculamos al poder, al éxito, al triunfo. Sólo rechazamos una de espinas porque significa dolor y sufrimiento. Este símbolo de la realeza es noticia porque protagonizará un hecho histórico, inédito para un alto porcentaje de la población mundial: la coronación del rey de Inglaterra.
El anunciar que la no siempre bien amada Camilla Parker Bowles (o sus asesores) decidió que el joyero real posee piezas dignas de una coronación y no era necesario encargar para el 6 de mayo una nueva corona ha alborotado a los opinadores, quienes sin compasión lanzan sus dardos en contra de la reina, la prensa especializada explica los motivos de esta decisión y narra parte de la historia de la corona elegida.
Camilla, al igual que lo hizo hace 300 años la reina Carolina de Brandeburgo-Ansbach, esposa de Jorge II, quien llevó la de María Módena, no estrenará corona. Además de las razones que aduce el comunicado de Buckingham, que es en “aras de la sostenibilidad y la eficiencia”, también rige el valorar piezas que por sí mismas son historia y tienen un significado.
Una nueva corona no estaría a la altura de las existentes. Tomando en cuenta el simple valor de las piedras, habría que gastar una fortuna, lo que significaría una bofetada para un reino cuyos ciudadanos no están viviendo su mejor momento.
La decisión no sólo revela pragmatismo sino sentido común y creo que sus protagonistas valoran lo institucional de este acto, que lo aleja del espectáculo para subrayar tradición e identidad.
El no estrenar corona, evita erogaciones innecesarias y evita un posible escándalo diplomático. En la selección no ha regido el gusto de Camilla, sino la lectura que terceros puedan hacer del uso de este símbolo vinculado a la historia del antiguo y desaparecido imperio. Antes de conocerse la decisión, se comentaba que la reina consorte usaría la de la reina madre, que contiene el diamante Koh-i-Noor de 105,6 quilates, incautado por la Compañía de las Indias Orientales en Punjab, al norte de la India, después de la victoria en la Segunda Guerra Anglo-Sikh de 1849. El gobierno indio lo ha reclamado por considerar que fue obtenido de malas maneras. Pakistán y Afganistán también han solicitado su devolución. Por lo tanto llevar esa corona sería temerario.
Por otra parte, el diamante Koh-i-Noor se considera ave de mal agüero, porque los hombres que lo han usado han muerto de manera trágica y prematura, esa es una de las razones por la que está en la corona de una mujer, ya que la leyenda señala que la maldición no recae en ellas.
La joya que veremos es de inspiración Art Deco, fue diseñada y realizada por la casa Garrard & Co. Mide 25 cm de alto y pesa 590 gramos. Se le harán algunas modificaciones para que se adapte con precisión a la cabeza de Camilla.