Gente que Cuenta

Una mujer en la calle, por Getulio Bastardo

Ernst Kirchner Atril press
Ernst Kirchner,
Mujer en una calle nocturna, 1928-1929

Al final de la tarde, el sol resplandecía anaranjado ocultándose en las montañas, un disfrute a la vuelta del trabajo. Como venía absorto, no se dio cuenta de que algo o alguien había caído delante del carro hasta que escuchó el golpe. Con miedo, la vio levantarse. Le preguntó si se había golpeado.

Ella se incorporó y respondió que no.

Mientras se formaba un corneteo, ofreció llevarla, dijo que iba para El Bosque.

En el carro seguía comentando: “Se me quebró un tacón justo cuando pasabas y por eso le di a tu carro tratando de apoyarme, pero me caí”.

Era joven, alta, de caderas redondas y pechos grandes, piernas bien formadas que apenas cubrían una escasa minifalda. Los senos sobresalían a punto de desgarrar el sutil género de la blusa. Tenía facciones finas con un dejo árabe.

Dijo que estaba de vacaciones y visitaba a sus abuelos, mientras él contaba que era ferretero y había trabajado todo el día atendiendo el negocio.

Se sentaba sin recato, descuidada. Se volteó hacia él apoyando la espalda en la puerta del auto, apuntándole con las rodillas, tan separadas, que se le veía el rojo de la ropa interior.

Una ola de deseo lo envolvió, paseando la mirada de los muslos al pecho. Mirándola a los ojos le preguntó si tenía tiempo para tomarse algo. Como respondió que no tomaba licor, fueron por un café.

Cuando llegaron ella pidió un Capuchino y él un Moka.

– “Cuando uno va por la calle y ve a una mujer tan espectacular como tú, inmediatamente surgen muchas fantasías… Casi todas sexuales”, avanzó.

Ella sonrió pícaramente y acercándole el rostro, casi en un susurro, desinhibida, alegre, contestó:

– “¿Y si esas fantasías se pueden cumplir?”.

– “Entonces ¿qué propones?”

– “Yo no, propón tú ¿No es el hombre el que propone?

No preguntó dónde iban. Conversaba de cualquier cosa cuando a medio camino, preguntó casi de sopetón.

– “¿Me puedes prestar plata?”

Él se extrañó. Aminoró la velocidad.

– “¿Cuánto necesitas?”

– “Es que mi abuelita está enferma y necesito comprarle medicinas”.

Reflexionó. Una mujer joven y llamativa, escasamente vestida, se cae o finge una caída delante de un auto para que el conductor baje y le ayude, luego acepta una propuesta sexual, va sin chistar hacia donde la llevan y después pide plata prestada… “¿No será una puta?”

Disminuyó la velocidad y le preguntó:

– “¿Tú vives de esto?”

Se agitó casi ofendida.

– “¿Cómo se te ocurre preguntarme semejante cosa?  Tan bien que la estábamos pasando… ¿Me los puedes prestar o no?”

Giró en U en un ensanche. Regresó callado por donde había venido. La dejó donde la había encontrado. Después la volvió a ver muchas veces, al regresar del trabajo, a la vera de la avenida, esperando…

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Getulio Bastardo
Médico psiquiatra clínico, profesor universitario jubilado en Venezuela y activo en Perú, casado con seis hijos y seis nietos. Soy un viejo feliz
getuliobastardo@yahoo.com.mx

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