Tenía que salir de la ciudad, no podía exponerse en ese pequeño pueblo donde todo el mundo se conoce. Él, dirigente gremial con ínfulas de político de alto vuelo, estaba para cosas mayores, llamado para ser grande. Necesitaba desarrollarse, se decía.
Estaba pasando por un momento sentimental complejo. Su pareja actual (no le gustaba decir o que le dijeran esposa, porque eso sonaba a prisión a encadenamiento, a ataduras) y él tenían problemas.
En realidad nunca o casi nunca habían tenido buenos momentos. Se casó por la necesidad del apoyo económico y político que le brindaba la familia de ella, especialmente el padre, fundador y líder del partido que le apoyaba en la región; así podía dedicarse a la política sin preocupaciones económicas.
Ahora se había enamorado de verdad, según pensaba, y necesitaba consumar ese amor libremente y sin apuros, lejos de donde vivía y en donde lo pudieran ver y cualquier chismoso delatar.
Planificó una salida con su pretendida, (gira política informó en su casa, para contactar apoyos de otros dirigentes de su categoría para su candidatura a la gobernación), y se fueron.
El hotel donde llegaron a cinco horas de su domicilio estaba conformado por una hilera de pequeñas suites independientes, separadas una de otra por el frente por una pared que las dividía y daba privacidad, por detrás tenían acceso libre a las áreas comunes del establecimiento como jardinería y piscinas, y el mar.
A la mañana siguiente de haber llegado, nuestro amigo se levantó y se dirigió a la parte posterior de la pequeña cabaña, donde un sol resplandeciente le dio la bienvenida y lo deslumbró, de tal manera que no pudo distinguir a la mujer que desde la cabaña de al lado lo saludaba. Entonces regresó rápidamente a la habitación, tomó y ajustó sus lentes y cuando intentaba volver al traspatio desde donde vio a la mujer, su andar se vio interrumpido por la entrada brusca de una niña de aproximadamente siete años que le dijo:
— “la bendición tío ¿dónde está mi tía? “, mientras se dirigía rauda a la habitación donde descansaba la secretaria del sindicato.