Aarón está ensimismado en sus pensamientos. La enfermera lo entusiasma para que al menos camine por el pasillo del hospital Vargas. Finalmente le hace caso y da un pequeño paseo. En esas anda cuando se detiene ante una sencilla florecita del jardín del pasillo.
Aarón viaja a su pasado: aquella floristería en donde tantas veces tuvo momentos de serena alegría. Los capullos de Galipán que lo hacían feliz.
A Aarón probablemente le quedan pocos días de vida y aun así no puede evitar sentirse feliz contemplando el jardincito del hospital. Le canta una canción mentalmente a la flor y luego vuelve a su cama con un poco de felicidad en los ojos.