El realismo social no será la única vanguardia pictórica que busque una ruptura definitiva con el paisajismo como estética dominante y a la que se considera obsoleta.

En 1948 muere el pintor Antonio Edmundo Monsanto, para ese momento director de la Escuela de Artes Plásticas y Artes Aplicadas de Caracas. Con el abandono de sus enseñanzas, la Escuela se convirtió en una institución esclerosada que dejó de cumplir su papel renovador. Esto dio lugar para que los alumnos de Monsanto fundaran en paralelo El Taller Libre de Arte, un espacio de reflexión y debate de ideas entre pintores y con intelectuales de la talla de Miguel Arroyo, Alejo Carpentier y Gastón Diehl.

Conviene detenerse en el método de enseñanza implementado en la escuela que dirigía Antonio Edmundo Monsanto, que consistía principalmente en tomar el paisaje y la figura humana como objetos a partir de los cuales podía llegarse a una composición sintetizada por planos ordenados e interpretados dinámicamente en un espacio donde desaparecía la perspectiva lógica, de manera tal que los datos de la naturaleza sirven de pretexto para concebir la pintura como una realidad autónoma.
En el Taller encontramos a los pintores que se formaron con Antonio Edmundo Monsanto, y otros pintores autodidactas que se unieron al grupo, experimentando con éste un lenguaje de influencia cubista en el tratamiento de la figura y el paisaje, como se dio en los casos de Ramón Vásquez Brito, Carlos González Bogen, Luis Guevara Moreno, Mateo Manaure, Virgilio Trómpiz, Carlos Cruz Diez, Martín Leonardo Funes, Alirio Oramas, Dora Hersen, Oswaldo Vigas, Alejandro Otero, Jesús Soto, Pascual Navarro, Aimée Battistini, José Fernández Díaz (FEZ), Narciso Debourg, Marius Sznajderman, Rubén Núñez y Perán Erminy.

Muchos de los artistas congregados en el Taller Libre de Arte, siguieron el camino de la abstracción en París, y allá fundan el grupo Los Disidentes, siendo su promotor principal Alejandro Otero, considerado el pintor más brillante de su generación.

Al grupo Los Disidentes se adhieren, además de Alejandro Otero, Pascual Navarro, Carlos González Bogen, Mateo Manaure, Luis Guevara Moreno, Mercedes Pardo, Aimée Battistini, Armando Barrios, Dora Hersen, Rubén Núñez, Perán Erminy y Narciso Debourg, de quienes, en su mayoría, hicimos también mención al referirnos al Taller Libre de Arte.

Fue en la arquitectura donde la abstracción geométrica hizo aportes significativos y donde encontró su razón de ser gracias al estímulo brindado por el experimento de síntesis de las artes que puso en práctica el arquitecto Carlos Raúl Villanueva en la Ciudad Universitaria (1952-1956). Fue en los edificios, jardines y patios cubiertos de la UCV donde se concentró el mayor esfuerzo de brindar a los artistas espacios para realizar obras integradas a la arquitectura, ensayo nunca visto antes ni después en la Venezuela decidida a alcanzar la modernidad.

Los abstractos geométricos cumplieron su papel más decisivo en la década de los cincuenta. Su importancia en la plástica nacional fue renovar los planteamientos estéticos vigentes en esa época con una acción decididamente contemporánea, hecho que ocurría por primera vez en Venezuela.
