La palabra ARMONÍA, del griego àpuovía y del latín harmonîa, es un término aplicado al lenguaje musical, pero se ha extendido a todo lo que se refiera a la belleza. Bien podemos entonces aplicarla a la pintura de Mercedes Pardo (Venezuela 1921- 2005). Cuando yo oigo una pintura de Mercedes, (no estoy usando la palabra errada sino la correcta,) la veo y sobre todo la escucho. Los colores de Mercedes son una mezcla de sensaciones participativas a las bellas artes. En su caso, único, no hay cacofonía entre sonido y color, ambos términos se confunden en un tono armónico y sin distorsión para tocar el tímpano del ojo y la pupila del oído.
Los pintores solemos llamar color “sucio “cuando éste se convierte, por el exceso de la mezcla, en algo indefinible. Mercedes podía mezclar mil de ellos y el resultado era único y espléndido. Era un matiz que susurraba a la vista, era un color sordo y alejado de la estridencia del color “chillón” que hiere a la vista y al oído.
Cuando las voces de un coro se mezclan, son también mil voces, armónicas sutiles, susurrantes, y magníficas, como un cuadro de Mercedes.
En este collage, homenaje a Mercedes, mezclé veinte de sus obras para lograr oír su coro de colores.
Foto: Elvira Prieto