
Collage de la obra de Mercedes Pardo, 2023
La palabra ARMONÍA, del griego àpuovía y del latín harmonîa, es un término aplicado al lenguaje musical, pero se ha extendido a todo lo que se refiera a la belleza. Bien podemos entonces aplicarla a la pintura de Mercedes Pardo (Venezuela 1921- 2005). Cuando yo oigo una pintura de Mercedes, (no estoy usando la palabra errada sino la correcta,) la veo y sobre todo la escucho. Los colores de Mercedes son una mezcla de sensaciones participativas a las bellas artes. En su caso, único, no hay cacofonía entre sonido y color, ambos términos se confunden en un tono armónico y sin distorsión para tocar el tímpano del ojo y la pupila del oído.
Los pintores solemos llamar color “sucio “cuando éste se convierte, por el exceso de la mezcla, en algo indefinible. Mercedes podía mezclar mil de ellos y el resultado era único y espléndido. Era un matiz que susurraba a la vista, era un color sordo y alejado de la estridencia del color “chillón” que hiere a la vista y al oído.
Cuando las voces de un coro se mezclan, son también mil voces, armónicas sutiles, susurrantes, y magníficas, como un cuadro de Mercedes.
En este collage, homenaje a Mercedes, mezclé veinte de sus obras para lograr oír su coro de colores.

Durante varios años vivió y trabajó en París y Estados Unidos, para radicarse posteriormente en la Isla de Margarita, donde vive actualmente. Es considerado junto a Jacobo Borges uno de los mayores exponentes del expresionismo en Venezuela.
Sus obras pictóricas demuestran una gran libertad y un ferviente poder de invención, y en su labor como cineasta ha logrado ennoblecer la realidad cotidiana a través del lente de su cámara.
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Foto: Elvira Prieto