Gente que Cuenta

Niños y plantas, por Lucy Gómez

Ninos y plantas 2 Atril press
“La idea es ver nacer y crecer algo vivo”

Los niños aman instantáneamente las plantas cuando comprenden que están tan vivas como un gato o un perro. Son más lentas, pero se mueven y responden: asoman hojas, les crecen raíces, sorprenden con flores y frutas.

Es que acostumbramos a pensar que lo que se mueve menos que nosotros está enfermo, sin vida, o es un objeto. Pero el desarrollo de las plantas está ligado a un hecho menos fortuito que desplazarse para conseguir comida. Pueden sobrevivir comiendo rayos de sol y tomando agua, por eso las selvas viven sin nuestro cuidado.

Hay que superar esa tendencia a considerar las plantas cosas, si queremos tener un jardín y que los niños participen. Y buscar las que nos gusten ver o comer, fáciles de cuidar, fuertes para empezar: hierbas, lechugas, tomates, girasoles.

Con un poco de calor fuera o dentro de la casa, compren un sobre de semillas o sáquenlas de las mismas frutas o flores, ábranle huequitos por debajo a vasitos plásticos de yogurt o a una caja de leche, échenle tierra, hasta dos centímetros del borde,  humedézcanla y rocíen las semillas por arriba, si son pequeñas o  hagan  huequitos al doble del tamaño si  son más grandes, tapen con más tierra y rieguen de nuevo.

A los niños les encantan las flores:  puedes comprar sobres de mezclas, donde vienen de todos colores, encontrar semillas en las flores pasadas de las floristerías.  O empezar con la hoja de alguna suculenta. Solamente se entierran a la mitad en una maceta, mitad tierra de jardín y mitad arena de río.  Al mes ya están sacando otra hoja, siempre que no la rieguen sino cuando la tierra esté bien seca, cada 10 o 12 días. Las flores y las hierbas se siembran igual que las hojas y hortalizas.

La idea es ver nacer y crecer algo vivo. Al llegar a cinco centímetros de altura en el caso de las crasas o, con más de cuatro hojas en las demás, con una cuchara se saca cuidadosamente la planta y se coloca en una maceta pequeña.

Hay que colocarla al sol, regarla una vez a la semana o, si hace mucho calor. Y revisarla. Una vez por semana se les da comida, porque comen además de tomar agua. Un riego con té de plátano o cambur, té de papa o patata, un cuarto de cucharillita de borra de café en la tierra…

Una de las experiencias que llenan más, es revisar en internet, en un libro, un parque o un supermercado, las plantas que nos atraen. Influye y suma probar vegetales. Así todos verán las ventajas de criar tomates, fresas o una lechuga especial. También olerla, en el caso de las flores… puede que haya un jardín de rosas en el futuro.

El segundo momento es buscar cómo se crían. Lo que yo les he dicho aquí, es extremadamente básico. Son como las personas: vienen de familias donde el ambiente influye en tamaño, color y supervivencia. Al final, cuando todo va bien, tienes otros hijos en la ventana, que nunca se ponen de mal humor y sonríen cuando dan otra flor en las mañanas,  hojas para los sándwiches, o fresas para el yogurt del desayuno.

Lucy Gómez e1647642232444
Lucy Gómez Periodista, egresada de la Universidad Central de Venezuela. Fue jefe de redacción y de la sección política, de varios diarios de Caracas y Valencia, durante más de veinte años.
es experta en el cultivo de huertos de hortalizas y flores.
lucygomezpontiluis@gmail.com

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