Sí. La vejez es un regalo que generalmente viene envuelto de una manera poco atractiva. Arrugado. Usado. Descolorido. Pero es sólo eso, el envoltorio.
Adentro está lo verdaderamente valioso. Es un regalo pesado. A veces ni siquiera podemos con él. Muchas veces ni podemos creer que nos han dado ese regalo.
Y precisamente ése es el regalo. Que aceptemos la vejez como ese “presente” que nos da Dios para apreciar y agradecer lo vivido. Con sus aciertos y errores. Esperanzas y desengaños. Logros y decepciones. Abundancias y carencias.
Utilizar el “presente “ del modo más generoso para dar y cultivar lo mejor de nosotros en la “última curva”. Escribir nuestros últimos capítulos en el libro de nuestra vida.
La vejez tiene que ver con el primer capítulo de nuestro libro de vida.
Llegamos en un envoltorio nuevo, pero arrugaditos. Así como en la vejez, nos cuesta comunicarnos, lloramos por todo, nos tienen que cuidar, dar de comer, limpiarnos, no podemos caminar, no entendemos lo que nos dicen.
La vejez nos da la última oportunidad para crecer, esta vez desde adentro y hacia la profundidad de nuestra alma. Cómo un gran jardín, podemos sacar la maleza, la cizaña, y las “ramas secas”. Y regar, podar y abonar el terreno donde florecerá lo más bello, valioso y además imperecedero: el amor, el agradecimiento, la devoción, el perdón. Una vez con ese equipaje, sólo nos queda esperar nuestro turno y “bajarnos” en nuestra “parada”.
El final del libro puede ser duro y doloroso. Como fue el comienzo mismo. Entender que todo tiene un comienzo y un fin, una razón y un propósito, nos ayudará a escribir esas páginas de nuestro libro sabiendo que no será colorín colora’o.
Egresada del Boston Massachusetts en Medical Technology.
Desde hace 25 años practica Investigación Clïnica.
Actualmente se desempeña como Monitor de Estudios Clínicos en el UF Cáncer Center, en Gainesville, FL. EEUU.
Se dedica asimismo a la Iridologia, fitoterapia, y Flores de Bach en Westbrook University.
Vive en Alachua, FL
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