En las noches despejadas, se hace visible como un arco de luz, un aura blanca, un suave resplandor.
Para los griegos, es una historia muy complicada. Zeus, Alcmena, Hera, Hércules, vaya usted a saber…
Óleo y color, para los grandes artistas. Rubens y Tintoretto. Van Gogh, Chagall tal vez.
Números, para los astrofísicos: una espiral de 180.000 años luz de diámetro;140 billones de estrellas;100 billones de planetas.
Una interesante palabra, para los etimólogos Galaxia, del griego “galactos”, relativo a la leche.
En fin, un gran misterio el cual hoy, desde mi palco de abuela, pude contemplar con la serenidad y el descanso que nos otorga esa privilegiada butaca.
Y así, me quedé mirando extasiada, cómo una gotita de leche iba resbalando, dulce y lenta, por la mejilla de mi nieto, dejando su estela blanca, el callado resplandor de la plenitud, de la placidez después del alimento de su madre.
El Camino de la Leche.
Me rendí ante la inmensidad y el misterio del amor, de la vida.