Gente que Cuenta

La virtud es conocimiento – Felipe González Roa

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Sophia Scoll
(1921 – 1943)
líder del movimiento
de resistencia anti nazi
La Rosa Blanca

El título no es un arranque de originalidad del autor. La virtud es conocimiento es tal vez el eje transversal de la filosofía de la antigua Grecia, la pauta fijada por Sócrates y seguida por sus discípulos y posteriores estudiosos, como Platón y Aristóteles. Sobre esta base se erigió la reflexión de estos eruditos, nociones que han sido heredadas por el pensamiento occidental.

A partir de esta premisa se puede afirmar que el “mal” realmente no existe, sino que se trata del desconocimiento del “bien”. A no ser que haya alguna patente alteración mental, ningún ser humano haría el mal a sus semejantes, mucho menos por placer. Todos aquellos que en el pasado (y en el futuro, lamentablemente) se han caracterizado por su maldad no han sido más que grandes ignorantes y, por lo tanto, sin virtud.

A no ser que haya alguna patente de alteración mental, ningún ser humano haría el mal a sus semejantes, mucho menos por placer

Es un complejo proceso, por supuesto, alcanzar el conocimiento. Toda una vida es necesaria para llegar a esa cúspide, y muchas veces no es suficiente. Por eso todos los grandes pensadores de la historia retoman el hilo dejado por sus antecesores y procuran llevarlo un poco más lejos. Ese es el aporte a la virtud y es el sentido de la trascendencia humana.

Aquí radica, entonces, la importancia del estudio. Por supuesto, eso no se limita solamente a ir a la escuela para adquirir las nociones básicas, ni tampoco a la aspiración de seguir una carrera universitaria para alcanzar un título profesional y tal vez luego continuar con un posgrado. Esos, claro está, son espacios esenciales en la búsqueda del conocimiento, pero el transitar por esta ruta también se construye diariamente, en la constante reflexión, introspección, observación de nuestro entorno, en preguntar y en responder.

Uno de los más importantes teóricos políticos de la contemporaneidad, Giovanni Sartori, escribió, a finales de la década de 1990 del siglo XX, Homo videns, interesantísimo libro en el que aborda relevantes temas referidos con las costumbres de esta sociedad a la que se le puede llamar posmoderna (o quizá en una transición hacia allá), inundada por potentes medios de comunicación, especialmente audiovisuales.

Dice Sartori que, al sustituirse la lectura por otras plataformas electrónicas, el pensamiento trascendente se trunca. La capacidad de reflexión que ofrece un libro jamás se alcanzará con la televisión. Hay muchos argumentos para darle la razón al maestro italiano, pero tal vez eso no debería desacreditar el poder de la imagen. ¿Hasta dónde es posible llevar la imaginación con tan solo ver un cuadro de Picasso o de Cézanne? ¿O con una película de Bergman o de Fellini? Tal vez además de leer también es importante que nos enseñen a ver.

Esta idea puede aplicarse igualmente con internet, hoy dominada por las llamadas redes sociales. Aplicaciones como Instagram o Tik Tok pueden ser empleadas para fatuos bailecitos o para niños que ya ni siquiera sonríen para la foto, sino que se contentan con sacar la lengua, pero también podrían usarse para, a través de nuevas formas, difundir contenidos que, más allá de breves segundos de bobalicona entretención, inviten a la reflexión.

Por eso no deja de asombrar y entusiasmar (al menos al autor de esta columna) cuentas como la que en Instagram abrió la televisión pública alemana para conmemorar el centenario del nacimiento Sophie Scholl, líder del movimiento de resistencia anti nazi la Rosa Blanca. Allí se narran, con todas las bondades que permite la tecnología digital, los últimos 10 meses de la vida de esta joven, cuya prematura muerte (a los 21 años fue asesinada por la Gestapo) no puso fin a las lecciones de su valerosa vida.

Hoy gracias a internet muchos jóvenes (y tal vez no tan jóvenes) redescubren a Sophie, aunque quizás el mayor agradecimiento debería ser para aquellos creadores que entendieron que a través de las nuevas herramientas digitales también es posible buscar el conocimiento.

 

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Felipe González Roa es periodista, con 17 años de experiencia en la cobertura de la fuente judicial y de derechos humanos. Escribió para periódicos como El Universal, Notitarde de Carabobo y El Tiempo de Puerto La Cruz. Es especialista en Opinión Pública y Comunicación Política, y actualmente es director de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Monteávila
Jfelipegr@gmail.com

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