Al descubrir esto, los científicos comenzaron por quitar las luces y reducir las fuentes de alimentación de las algas fumigando el ambiente con poderosos antibióticos como la penicilina, estreptomicina y kanamicina, con el fin de eliminar las bacterias. Luego atacaron al Palmelococcus mismo. Para esto inventaron un preparado de formol con detergente, que tiene la feliz propiedad de matar el microorganismo que produce el moho sin dañar ni alterar el colorido de las pinturas que poco a poco han ido recuperando el esplendor y belleza que tenían cuando los artistas cromañón las pintaron en la lejana prehistoria y que llenaron de temerosa admiración a los cuatro jóvenes que 16.000 años después se toparon con estas obras maestras de la pintura rupestre, mientras buscaban a su perro.