Desde que se hizo el maravilloso hallazgo de Lascaux, se inició una verdadera caravana de visitantes que para el año de 1950 había llegado a un máximo de 150.000 personas anualmente. La caverna, abierta e iluminada, era una atracción turística de gran valor para el gobierno francés, el cual en su afán de preservar lo más posible las condiciones originales en el interior de las mismas, instaló un complicadísimo sistema de iluminación y aire acondicionado; pero el resultado de estas precauciones fue casi catastrófico…
En 1960, una mancha de algo que parecía un moho verde apareció en la sección denominada el Salón de los Toros, llamada así porque allí aparecen imponentes figuras de estos animales dibujados magistralmente. El moho se fue esparciendo rápidamente y crecimientos similares comenzaron a aparecer en otros sitios. Esta misteriosa “maladie verte” causó tal preocupación al ministro de cultura francés, André Malraux, que nombró una comisión para que salvara a “la capilla sixtina prehistórica” en Lascaux.