Gente que Cuenta

Los ensueños del viajero, por Axel Capriles M.

Un año después de haber llegado al nacimiento del Nilo Azul, al sur del lago Tana, en las tierras altas de Etiopía, el explorador escocés James Bruce emprendió su retorno al Cairo descendiendo hacia el sofocante desierto del Sudán. En el inicio de su viaje, Bruce había sido retenido por la fuerza durante dos meses en Massawa. Para evitar nuevos encuentros con los piratas y bandoleros del Mar
Rojo, decidió tomar la ruta larga del desierto hasta Senna, una decadente y calurosa ciudad, capital del misterioso y otrora poderoso sultanato de los Funj. En Sennar, Bruce fue presentado al rey Ismail quien extrañado por la presencia del europeo le preguntó por qué, teniendo país y casa propia, Bruce había decidido sacrificar su comodidad y arriesgar su salud, o hasta su vida, haciendo un arduo e inexplicable viaje por África. No sin humor, el explorador escocés respondió que estaba pagando por sus pecados. Textualmente, Ismail le inquirió: “¿Cómo es que no te quedas en tu casa y disfrutas, comes, bebes, tienes placeres y descansas, en lugar de deambular como un hombre pobre, presa de cada peligro?” Cuando Bruce le respondió que él era uno de esos derviches condenados a vagar por varios años en medio de dificultades y peligros y hacer buenas acciones, el rey concluyó “tú debes ser muy joven para haber cometido tantos pecados y tan temprano.” 1


Yo también he sentido el llamado de los derviches destinados a vagar por tierras difíciles y lejanas, la fascinación por la geografía, el atractivo de la incomodidad, el cansancio y los atolladeros. En esta oportunidad, el señuelo de mi viaje, la excusa para justificarlo, fue conocer el Gerewol, un festival de belleza y seducción celebrado por los Wodaabe, “la gente de los tabú”, un subgrupo de los Fulani o
Peul, también llamados bororo, “los hombres de las vacas polvorientas”, al sur de Dourbali, en el Chad, África Central. En esta fiesta ritual, los jóvenes wodaabe se maquillan y se arreglan la cabellera con esmero, usan vistosos trajes a pesar de su pobreza, se decoran con joyas y todo tipo de objetos y ornamentos, cantan y bailan incesantemente durante días y noches, para captar la atención de las mujeres. Y es la mujer la que escoge. Con libertad y desenfado.
Conocer a esta etnia que se considera a sí misma la más bella del mundo, entrar en contacto con los restos animistas de África, dormir el sueño del nómada, sentir el desapego total, palpar los fundamentos de la existencia humana, son todos componentes del hilado inexplicable de las motivaciones y la psicología de los viajes. Pero más que palabras y reflexiones, tan útiles como escurridizas, ofrezco hoy al lector algunas imágenes que pueden responder a la pregunta del rey Ismail.


1 Bruce, James. An Interesting Narrative of the Travels of James Bruce, Esq. Into Abyssinia, To Discover The
Source of the Nile. Abridged from the Origina Work. Forgotten Books, London, 2018. Pp. 360-361

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Axel Capriles
Ensayista, psicólogo y economista, es ante todo un crítico de la cultura. Diplomado por el C.G. Jung de Zúrich, su último libro es ‘Erotismo, vanidad, codicia y poder. Las pasiones en la vida contemporánea’, publicado por Turner.

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