En 1499, ocurrió un caso legal bastante curioso e interesante. Un Oso que había causado grandes daños en la Selva Negra fue finalmente capturado y llevado a juicio. De acuerdo con las normas legales se le nombró un defensor y este abogado recurrió a un hábil expediente para salvar de la muerte a su cliente. Durante la causa argumentó que el Oso solo podía ser juzgado por un jurado compuesto por sus iguales, o sea, un jurado de Osos. Ante tan pintoresca propuesta, los jueces se vieron obligados a deliberar muy seriamente durante varios días que se convirtieron en semanas al no llegar a ningún acuerdo. Finalmente, y ante el dilema, la causa fue sobreseída.