Estamos en el año del Señor 1386 y en la villa normanda de Falaise parece que fuese un día feriado. Nadie está trabajando hoy en el pueblo pues todos se encuentran congregados en la plaza del ayuntamiento. Sin embargo, no celebran ninguna fiesta, sino algo mucho más serio e importante.
Se trata de un juicio por asesinato. El tribunal vestido con sus ropajes para la ocasión delibera los cargos con toda solemnidad mientras el abogado defensor expone sus argumentos en favor del reo. El público sigue atentamente el proceso y se hacen comentarios de toda índole. Finalmente, la corte llega a una decisión y el Juez Principal se levanta para emitir la sentencia. En medio de un silencio impresionante anuncia su veredicto: el indiciado queda condenado a morir decapitado.