Gente que Cuenta

Mi animal espiritual, por Leonor Henríquez

Bisonte Cueva de Altamira Atril press
Bisonte Magdaleniense polícromo
Cueva de Altamira, España, c. 15.000 a.C.

Ayer me comí a mi animal espiritual.

Mi hija me lo recordó después de haber disfrutado inmensamente una hamburguesa de bisonte.

Uups.

Sí, hace tiempo que el bisonte me eligió para ser mi animal espiritual. Su significado es fuerza, abundancia y calma interior. Y sí, ellos lo eligen a uno.

Por mucho tiempo pensé que yo era buey, por ser mi animal del horóscopo chino, pero también ya hace rato que me liberé de la carga y no pienso aceptar más, si puedo evitarlo.

Mis hijos y amigos se ríen de mi cuando les hablo del tema.

Mi hijo dice que su animal espiritual es el mapurite y un buen amigo bromea diciendo que el de él es el chipi chipi (molusco diminuto que se come en sopas en Venezuela). No hay nada risible en el tema, pero igual me hacen gracia sus comentarios.

Para muchas culturas ancestrales y los First Nations de mi país adoptivo Canadá, los animales espirituales son guías, seres etéreos cuyos poderes protegen, guían, sanan.

Son aliados intuitivos que nos dan su asistencia en este largo o corto, viaje de la vida.

Ellos mueven capas ocultas de nuestros pensamientos.

La esencia de cada animal espiritual provee percepciones que, sutilmente tocan nuestras almas y nos ofrecen un especial discernimiento sobre nuestros propósitos en esta vida terrenal.

Sí, suena esotérico, pero para mí es más un asunto contemplativo.

Mi animal espiritual me ayuda a tener una visión positiva de mi vida.

Mi bisonte me habla, me acaricia, me centra, me consagra.

Después que degusté con especial placer mi hamburguesa de bisonte, y después del recordatorio que mi hija me hizo, me sentí un poco culpable.

Tuve que hacer un acto mezcla de arrepentimiento, gratitud y comunión.

Pero le pedí a mi Bison, que me siga dando su fuerza, determinación y llene mi vida de serenidad y abundancia.

Al final estoy segura de que mi bisonte entenderá que…barriga llena, corazón contento.

Es otra forma de recibir su abundancia.

PD: Los invito a que se dejen descubrir por su animal espiritual.

www.atril .press Leonor Henríquez
Leonor Henríquez (Caracas, Venezuela) Ingeniero Civil de profesión
(UCAB 1985).
Escritora y aprendiz de poeta por vocación.
Desde muy joven participó en talleres de escritura creativa en el CELARG, Caracas.
Sus ficciones fueron publicadas en la antología Voces Nuevas (1990-91), y
más adelante su testimonial, Existe la Luz (1995).
De su paso por la ingeniería surgieron sus Cuentos de Oficina (1997), otra manera de ver al mundo corporativo. Entre sus últimas publicaciones se incluyen sus
reflexiones sobre el duelo, Hopecrumb (2020) y “The Adventures of
Chispita” (2021), cuento infantil, una alegoría de la vida en el vientre materno.
Hoy en día comparte sus “meditaciones impulsivas” desde Calgary, Canadá, ciudad donde reside.
leonorcanada@gmail.com

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