Gente que Cuenta

Mucho gusto, señora Burda, por Mayte Navarro

Anne Burda
Anne Burda, el imperio de la moda que le trajo la infidelidad

Cuando no había terminado la niñez, mi abuela comenzó a enseñarme algunas  técnicas de la costura, no con la intención de que me dedicase a ese oficio, sino porque consideraba que una mujer debía conocer de todo y estar preparada para cualquier situación. Hay que recordar que quienes conocieron la postguerra sabían que un oficio puede ser instrumento de sobrevivencia. Hay que ser autosuficientes y saber defenderse ante cualquier circunstancia, decía.

Conocer el nombre de una tela y saber hacer un ruedo fueron las bases para que luego me interesara en la moda, a eso se sumaba las revistas que llegaban semanalmente  procedentes de México, España y Argentina, a estas se sumaban las venezolanas  Elite, Páginas y Kena. Hojearlas llenaba las tardes y hacían divagar la imaginación combinando vestidos y remedando con las muñecas las celebraciones que allí se reportaban. Lejos estaba de imaginar que las páginas sociales y la moda serían materia de mi trabajo.

Más grande, descubrí la existencia de patrones que vendían en el Bazar Bolívar, tienda propiedad de una familia armenia, verdadero universo textil que justificaba ir a Sabana Grande, donde en estantes infinitos convivían sedas, algodones, organzas, chifones que creaban un verdadero muestrario pantone  de colores.

En el segundo piso estaba un rincón con unos gaveteros enormes que guardaban los patrones seleccionados por tallas y modelos. Mis preferidos eran los de Vogue, por supuesto, los más complicados. Gracias a ellos me lancé a la aventura de ser mi propia costurera.

Después descubrí la revista Burda, que traía modelos y patrones en una página que era una verdadera maraña de líneas. La oferta se completaba con las indicaciones para confeccionar prendas tejidas y cuyas explicaciones se complicaban para quienes no conocíamos las habilidades de Penélope. Una hoja anexa en castellano servía de orientación. Si ésta se extraviaba se entraba en pánico porque la revista era redactada en alemán.

Todo esto lo comparto porque me enteré que se está transmitiendo la serie Aenne Burda: una vida entre costuras, que narra la vida de la creadora de aquella revista, una mujer resiliente y emprendedora, sin temor a innovar y cuyo trabajo forma parte de lo que se conoce como el “milagro alemán”.

Aenne Burda enfrentó las infidelidades de su marido poniéndose al frente de un proyecto editorial que la amante del señor Burda había llevado a la quiebra y, gracias a  esta mujer, su legítima esposa, se transformó en un éxito que todavía existe bajo el título de Burda Style.

En este sentido Aenne actuó más como psicólogo que como mujer de la moda, pues sostenía que después de tanta tragedia la mujer quería disfrutar de su coquetería, olvidar las penurias y vestirse bien. Y acá se confirma que nos vestimos como nos sentimos. La vestimenta también es parte de nuestro lenguaje.

Burda pudo penetrar la cortina de hierro y fue la primera en su género en venderse en la URSS.

Ahora Burda deja de ser una palabra desconocida y sin significado, para transformarse en un ser humano de carne y hueso que creía en sus ideas, enseñó a quienes estaban con ella que valía la pena luchar y que también tuvo sus aventuras amorosas.

Además de esta serie  existen unas cuantas biografías que narran su vida, que sin duda puede servir de inspiración a quienes no se conforman y siempre aspiran aunque esto signifique dejar esa área de confort.

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Mayte Navarro.
Comunicadora Social egresada de la Universidad Católica Andrés Bello, Caracas. Ha ejercido el periodismo en galerías de arte, en el diario El Universal, mantiene el espacio Madame Glamour en el programa radial Las entrevistas de Carolina. Escribe de moda, arte y estilo de vida.
mayte.navarros@gmail.com

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