Gente que Cuenta

Orquídeas inmortales, por Lucy Gómez

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Georgia O’Keeffe
Orquídea, 1941

Mi primer encuentro con las orquídeas fue en un pabellón de Exposiciones en la Plaza Venezuela de Caracas, cuando no pensaba en cultivar ni orquídeas ni nada. En esa época era periodista a tiempo completo y asistía casi por compromiso a eventos sociales como ese.

Diez años después, caí de cabeza en el mundo de su cultivo y entendí que las exposiciones, los concursos, son apenas una faceta de la vida que hacen los cultivadores profesionales y aficionados, donde lo de menos es la competencia y lo de mayor trascendencia, los viajes para reunir ejemplares casi perfectos que costea  cada asociación, las enseñanzas de los compañeros y el montaje, donde se aprende también un montón.

Empecé a entender a las orquídeas como seres vivos, incluyendo   lenguajes, costumbres, fijaciones y necesidades.

Si quieres cultivar esas bellezas en tu casa, hay que comprenderlas: sus raíces no son para absorber nutrientes como las demás plantas, sino para sostenerse en las ramas de los árboles, en restos de madera vieja, casi en cualquier sitio. La mayoría son epífitas.  Las raíces les sirven para sostenerse y puedes conseguir que se agarren hasta a una silla de madera. Algunas pueden colgarse en lugares inverosímiles para alimentarse de rocío, restos animales y vegetales, agua de lluvia.

Su hábitat es muy variado, no solamente vienen del trópico como las catleyas. Los zapatitos de dama son especies mayormente europeas y las phalaenopsis, asiáticas.

La reproducción, que hoy se hace en laboratorios ha multiplicado hasta el infinito las nuevas flores, los híbridos. En Oriente y Estados Unidos han hecho maravillas con el tamaño y el diseño de las orquídeas mariposa, esas phalaenopsis que parecen ser el “modelo oficial de la flor en telenovelas y anuncios publicitarios: puntos, rayas, ondas, colores en todas las combinaciones, rizos, miniaturas.

Por cierto, como se compran en temporadas, se cree que una vez que se seca la flor será imposible que renazca. Pero no es cierto. Acercándola a la luz, sin dejarla bajo el sol directo, limpiando y cortando las partes negras de las raíces con unos alicates de jardinería afilados y desinfectados, rociando sus raíces con agua y nutriéndola cada semana – yo prefiero usar el té de potasio y fósforo que suministra la concha o piel de cambures o bananas-, volverán  a florecer y rebrotará una yema que  será la nueva espiga floral .  Las catleyas crecen también sin descanso, desde sus pseudobulbos cada seis meses o cada año.

Eso fue otra cosa que aprendí, las orquídeas pueden ser casi inmortales ¿Quieres una?

Lucy Gómez e1647642232444
Lucy Gómez Periodista, egresada de la Universidad Central de Venezuela. Fue jefe de redacción y de la sección política, de varios diarios de Caracas y Valencia, durante más de veinte años.
es experta en el cultivo de huertos de hortalizas y flores.
lucygomezpontiluis@gmail.com

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