Pareidolia,
por Luli Delgado

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      Yo he visto caritas por ahí desde que me acuerdo y la verdad es que de tanto encontrármelas ya son parte de mi manera de ver el mundo. Algunas son incuestionables, otras, como esta que les dejo de ilustración, son un poco más elaboradas, pero caritas a fin de cuentas.

Resulta que, de un tiempo a esta parte, con eso de las redes, empecé a publicarlas y mis contactos las recibieron con mucho interés. Tanto, que a partir de mis publicaciones, se dieron a la tarea de mandarme caritas que ellos a su vez encuentran, por lo que se ha convertido en una especie de colección y un guiño para quienes me las envían.

Se ha vuelto un juego divertidísimo. Por ejemplo, mi primo me manda una orquídea con una carita y yo la publico: “Hay orquídeas alienígenas. ¡Mi primo Jóse se encontró con una!”. Mis primas Flor y Marianella, mi hija Cecilia, mi amiga Claudia, entre otras personas, también han contribuido, y por extraño que pueda parecer, esas caritas nos unen, porque tenemos en común esa mezcla de sorpresa, con desafío y con encanto, aunque a mí la verdad no me cabe en la cabeza que haya gente que no las vea. En fin.

Resulta que buscando en Internet me encontré con varias novedades, la primera, que me llamó mucho la atención es que el término pareidolia no lo registra el Diccionario de la real Academia española. Pero en otros idiomas sí existe y para mi gran suerte, hoy en día se considera un proceso cerebral normal, aunque en algún momento se pensó que era un síntoma de esquizofrenia. También leí que a pesar de que es un fenómeno visual, no se cataloga como alucinación, a menos de que la carita empiece a hablar contigo, claro. Por ahí sigue, pero si te metes a nadar para lo hondo terminas pidiendo a gritos una chaqueta de fuerza, así que mejor dejarlo de ese tamaño. Después de todo, las caritas no le hacen daño a nadie y, como les decía, son super divertidas…

PD: Si encuentran alguna, porfa no dejen de mandármela.

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