Los intrépidos hombres en sus máquinas voladoras es una divertida película británica de 1965 sobre una carrera aérea de Londres a París, en 1910. Describe con magnífico humor aquellos primeros años de la aviación cuando cualquier aventurero, quien quería y se atrevía, volaba sin demasiada preparación. Hacia el final de la película, creo recordar, uno de aquellos pioneros de la aviación, para quien volar representaba la libertad, queda marginado de su pasión porque, al poco tiempo, introdujeron la nueva regulación aeronáutica que exigía un papeleo burocrático y un examen para obtener la licencia de piloto, requisitos que el pionero, por orgullo, se negó a aceptar.
Un bañista de esa misma época tampoco hubiera aceptado que le impidieran nadar en un hermoso mar azul profundo porque algún salvavidas pudiera pensar que el tiempo iba a empeorar y el oleaje sería peligroso. Los bañistas de la época se consideraban dueños de su propia vida y pensaban, por tanto, que podían hacer con ella lo que quisieran.
Benjamín Constant describió la diferencia entre la libertad de los antiguos frente a la de los modernos. Pero hay también una diferencia radical entre el concepto libertad de los seres humanos de mediados del siglo XX y los del siglo XXI. Aún en las sociedades liberales, vemos con benevolencia la multiplicación de todo tipo de regulaciones y la intervención de los Estados en muchos aspectos que anteriormente se entendían como pertenecientes a la esfera privada. Como señala Albert Jay Nock, “si miramos bajo la superficie de nuestros asuntos públicos, podemos distinguir un hecho fundamental, a saber: una gran redistribución de poder entre la sociedad y el Estado. Este es el hecho que interesa al estudioso de la civilización”.
Después del derrumbe de las Torres Gemelas de New York en el año 2001, se impusieron en el mundo entero una serie de leyes y reglamentos para la prevención del blanqueo de capitales y financiación del terrorismo que afectaron no solo la seguridad de los aeropuertos sino multitud de otras facetas de la vida de las personas, como la disponibilidad sobre su propio dinero o la posibilidad de intercambio comercial con cierto tipo de personas o sociedades. Los cambios en la noción de libertad han ocurrido paulatinamente, suceso tras suceso que han dejado huella. El avance mismo del Estado de Bienestar, la noción de que el Estado debe cuidar de las personas como si fueran sus hijos indefensos, la idea del aseguramiento público que se extendió tras la presidencia de F.D. Roosevelt, en los años treinta en USA, transformó el concepto de la responsabilidad personal en el ahorro, en el mantenimiento de la familia y hasta en la contribución individual a las necesidades de los otros.