Gente que Cuenta

Profesor de pasillo,
por Victorino Muñoz

Juan Martinez Parente Atril press e1737683195627
Ilustración Juan Martínez Parente

 A lo largo de mi vida como docente, he conocido a diversos tipos de colegas. Con algunos me he llevado bien y con otros… trato de no llevarme siquiera. En este grupo entran esos a los que llamo profesores de pasillo, que son personajes al parecer muy queridos por muchos, mas no por mí.

El profesor de pasillo es un caballero (por alguna razón que no busco comprender nunca he visto a una dama en tales menesteres), de aspecto un tanto desaliñado. Su apelativo se debe al hecho de que suele permanecer más horas fuera del aula, que dentro de esta última.

Al llegar a la institución universitaria, el profesor de pasillo suele detenerse a hablar con casi todos; con casi todos se chancea. Conoce el nombre del vigilante de la puerta principal. Lo saluda, le da la mano. Intercambian impresiones y opiniones.

Pese a que ya ha llegado media hora tarde, el profesor de pasillo luego pasa por el cafetín. Pero no solo pasa, sino que se detiene. Allí se toma su negrito, se fuma un cigarro. Comenta las noticias. En épocas en las que se leía periódico, leía el periódico. Ahora intercambia chistes y estados de Whatsapp.

Si anda por allí alguno de sus estudiantes, manda a decir que ya llegó y que ya va para allá. Pero, como sucede en Venezuela, el segundo ya es incierto: puede significar unos minutos o media hora más. Que sumada a la primera media hacen una completa.

Si es el primer día de clases, al entrar al salón el profesor de pasillo se presenta y luego da su número de teléfono, para que lo llamen por si un día es tarde y aún no ha llegado. ¿Clarividencia? ¿Sinvergüenzura? A la mitad del semestre ya los estudiantes no se preocupan de llamar, porque saben que, si llega, será tarde; y si no está en el cafetín es porque no va a venir.

Por supuesto, el profesor de pasillo también es pana. No se pone muy fastidioso con aquello de las notas ni manda trabajos complicados. No es exigente corrigiendo, pues lo importante es que los muchachos aprendan. Vaya usted a saber qué.

Al finalizar el semestre, los estudiantes suelen ir a escucharlo al cafetín. Allí diserta de lo lindo, se inspira, pues. A veces hasta habla de cosas que tienen que ver con la materia que dicta. Porque a decir de sus estudiantes, el profesor de pasillo “sabe” muchas cosas. Lo único que no sabe es ser puntual o responsable. Eso es mucho pedir.

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Victorino Muñoz
valenciano, autor de “Olímpicos e integrados”, ganador del Concurso de Narrativa Salvador Garmendia del año 2012 y “Página Roja”, publicado en la colección Orlando Araujo en el año 2017.
rvictorino27@hotmail.com
Twitter:@soyvictorinox
Foto Geczain Tovar

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